Santa Eulària volvió a vivir este domingo uno de los momentos más esperados y emotivos de su calendario litúrgico: el Santo Encuentro entre Cristo Resucitado y Nuestra Señora de la Esperanza. La cita, que marca el cierre de la Semana Santa, congregó a centenares de fieles que se repartieron entre la Capilla de Lourdes y la calle Sant Jaume para presenciar el inicio de la tradicional procesión.
Pasadas las 10.00 horas, la imagen del Cristo Resucitado asomaba por la puerta de la capilla, para partir acompañado por numerosos devotos, entre ellos el presidente del Consell, Vicent Marí, y la alcaldesa del municipio, Carmen Ferrer. Mientras tanto, también comenzaba su recorrido la Virgen de la Esperanza, envuelta aún en un velo de tul negro que simbolizaba el luto, que ascendió por el paseo s’Alamera. Tras ella caminaban un grupo de mujeres ataviadas con mantillas blancas, como dicta la costumbre.
La banda de música Esencia volvió a acompañar el acto con sus interpretaciones, aportando solemnidad y emoción a cada paso del recorrido. Ambas imágenes avanzaron por sus respectivas calles seguidas por numerosos vecino hasta encontrarse este año en la parte alta del paseo debido a las obras de la plaza del Ayuntamiento, donde aguardaba un numeroso público expectante.
Allí se produjo el momento más simbólico y conmovedor de la jornada. La Virgen descendió por la calle ayudada por un pasillo improvisado entre la multitud, hasta situarse frente al Cristo Resucitado. Las imágenes se ‘bailaron’ la una a la otra, en un gesto de reverencia y cercanía, y fue entonces cuando una de las mujeres vestidas de mantilla se acercó a la Virgen para retirar el tul negro que cubría su figura.
Con el rostro descubierto y en medio de un profundo silencio, se produjo el esperado Santo Encuentro: los portadores inclinaron ambas imágenes en señal de saludo y se liberaron varias palomas que alzaron el vuelo, engalanando el cielo de Santa Eulària. Tras este momento central, la procesión continuó su recorrido por la calle Sant Vicent, la calle del Sol y la calle Sant Jaume hasta llegar al Puig de Missa. Durante todo el trayecto, las imágenes contaron con el acompañamiento constante de fieles.
Una vez las imágenes llegaron al Puig de Missa, se volvieron a lanzar palomas al aire en un último gesto simbólico antes de dar paso a la misa de Resurrección, que puso fin a una Semana Santa marcada por la participación y la devoción popular.