A medida que se acercaban las doce del mediodía, los primeros vecinos empezaban a agruparse en la plaza de la iglesia de Sant Joan. Buscaban sombra y conversación, mientras el sol, en pleno solsticio, marcaba una de las jornadas más luminosas y calurosas del año. Botellas de agua, abanicos y algún sombrero improvisado marcaban el ambiente veraniego de una jornada festiva que muchos esperaban con ganas, ya que este sábado se celebraba el día de los mayores del municipio, en el marco de las fiestas patronales.
Entre quienes iban llegando, también lo hacían los integrantes de sa Colla de Labritja, vestidos con sus trajes tradicionales. Se saludaban entre ellos y aguardaban, como el resto, el inicio de la misa. Una mujer ayudaba a otra a colocar bien el vestido tradicional, con gestos de rutina. Pasaban unos minutos de las doce cuando la colla empezó a hacer sonar las castanyoles, el tambor y la flauta. Su música marcó la entrada a la iglesia, seguida de las autoridades locales.
Dentro, se estaba más fresco. El templo no se llenó del todo, pero sí acudieron muchos de los mayores del municipio, algunos venidos desde zonas más dispersas. «Hoy es un día para reencontrarse. Para muchos de ellos es la ocasión de verse con vecinos y amigos a los que no siempre es fácil coincidir», destacaba la alcaldesa, Tania Marí. «Como ha dicho el obispo, son nuestro tesoro, y para nosotros es un honor poder celebrar este día con ellos».
La misa estuvo presidida por Freddimir Villavicencio , quien recordó la importancia de la experiencia de quienes llevan más años vividos. «No es misa de la tercera edad, es misa de los años dorados. El tesoro de estos años nadie os lo puede robar», dijo durante su homilía.
Una vez finalizada la celebración religiosa, sa Colla de Labritja volvió a tomar protagonismo a las puertas de la iglesia, esta vez con el ball pagès. El repique de instrumentos, el ritmo del baile y el vestuario tradicional ofrecieron una imagen querida por todos. Al terminar, se ofrecieron orelletes y bunyols para todos los asistentes.
Comida para los mayores
Tras la misa y el baile, la jornada continuó en el restaurante Ses Arcades, donde tuvo lugar la comida dedicada a los mayores, a la que asistieron 92 personas. El menú consistió en ensalada mixta, pan con alioli, paella mixta y, de postre, greixonera y bunyols. Todo organizado por el Ayuntamiento, que cada año invita a los vecinos y vecinas a partir de 75 años a compartir este encuentro.
Allí, Ofelia, que está a punto de cumplir 90, contaba con naturalidad que «nadie en mi familia ha llegado a esta edad. Y aunque la paella no me gusta, vengo para juntarme con la gente». Entre risas, recordaba su costumbre de nadar a diario en Cala Sant Vicent, incluso en invierno. «Hasta hace poco iba sola en coche, pero ahora mis hijos me frenan si hay olas. Aún voy, y si no, me meto en la piscina. Todos los días».
Pepita, su amiga, comentaba que en San Joan le apodan ‘terremoto’ y añadía que «siempre está en movimiento. Ofelia no para nunca». Y, junto a Antonia, las tres comentaban que «ahora vivimos a apenas 100 metros unas de otras y nos vemos casi todos los días. No es tanto por la comida, sino por juntarnos con la gente, ver a las amigas, compartir el día».
En este sentido, Antonia añadia: «Suelo venir cuando hay comida, aunque no es tan frecuente como quisiéramos. Me gustaría que se hiciera más a menudo porque nos gusta mucho reunirnos. Aquí todos nos conocemos y estos encuentros son importantes. La comida es muy buena y el lugar es precioso. El día de los mayores es un día especial para nosotros, los que ya tenemos algunos años, y valoramos mucho poder pasar esta jornada juntos».
Joan y Josefa, pareja de vecinos que viven justo enfrente del restaurante, también añadían unas palabras: «Venimos cada año. Ya hemos estado en misa y ahora vamos a disfrutar de la comida, que es paella, y eso nos gusta mucho. Estos encuentros son una buena oportunidad para ver a amigos que no solemos ver todos los días».
Joan y Josefa, pareja de vecinos que viven justo enfrente del restaurante, también añadían unas palabras: «Venimos cada año. Ya hemos estado en misa y ahora vamos a disfrutar de la comida, que es paella, y eso nos gusta mucho».