Santa Eulària vivió este miércoles 16 de julio una de sus jornadas más tradicionales y entrañables con la celebración de la festividad de la Virgen del Carmen, patrona del mar y de quienes lo navegan. La jornada arrancó al atardecer con una misa solemne en la Capilla de Lourdes, a la que asistieron numerosos vecinos, devotos y representantes del ámbito marinero y náutico del municipio. El interior del templo, engalanado para la ocasión, se llenó de cánticos y plegarias en honor a la Virgen.
El sacerdote, Marcelo Jofré, pidió oraciones «por tanta gente que trabaja en el mar, por los trabajadores de los puertos y por la gente que vive de su trabajo en el mar».
Finalizado el oficio religioso, la imagen fue sacada en procesión por las calles cercanas, acompañada por una comitiva de cientos de fieles que seguía con respeto y devoción el paso lento de la talla. Miguel Jerez fue uno de los portadores de la imagen. En el recorrido también participó la alcaldesa de Santa Eulària, Carmen Ferrer.
La procesión llevó a los participantes hasta el embarcadero de la Escuela Municipal de Vela, donde esperaba el ferry Super Popeye preparado para acoger a la Virgen y dar inicio a la tradicional procesión marítima.
Foto: Toni Planells
Una vez a bordo, la imagen fue escoltada por una colorida flotilla de embarcaciones, en un desfile que combinó lo espiritual con lo festivo. Durante el trayecto, el Coro Rociero de Santa Eulària cantó canciones religiosas, mientras los Sonadors de Es Broll tocaron sus castañuelas.
A una distancia prudente de la orilla, las embarcaciones se detuvieron para rendir homenaje a los marineros fallecidos. En un silencio respetuoso, se lanzó una ofrenda floral al mar mientras los asistentes entonaban la «Salve Marinera», en uno de los instantes más sentidos de la tarde.
Al regreso al puerto, la comitiva desembarcó y devolvió la imagen a su lugar habitual. El ambiente se tornó más distendido y festivo con una merienda popular en el Club Náutico, donde se ofrecieron dulces tradicionales como orelletes y bebidas refrescantes para todos los asistentes. Familias, mayores y niños compartieron un rato de convivencia que cerró con calidez esta jornada dedicada a la Virgen del Carmen, en la que Santa Eulària volvió a demostrar el profundo arraigo de sus tradiciones vinculadas al mar.