Una treintena de jóvenes se bajan del tren turístico que les lleva por toda la zona costera de Portinatx, en una expedición muy completa: además del trenecito, llevan dos vehículos más, uno que hace sonar regetón a todo volúmen, y otro, cargado de sangría y bunyols, los grandes atractivos de la jornada.
En cuanto llegan a ese nuevo destino se organizan las tareas de distribución: mientras unos reparten los vasos de sangría, otros lo hacen con los bunyuelos. Otros, mientras tanto, a golpe de megáfono, anuncian a viva voz que se están regalando ambas cosas y aprovechan para anunciar el plato pincipal: la conocida PortiParty, que sucederá esa misma noche a partir de las ocho en ese mismo lugar.
Durante prácticamente toda la mañana estos jóvenes, desde niños y niñas hasta algunos que rozan ya la treintena, recorren tanto las playas como los hoteles de la zona, ante la mirada de unos sorprendidos turistas. La mayoría de ellos opta por probar alguna de las dos cosas, aunque otros, recelosos, lo rechazan, quizás pensando que les van a cobrar por ello.
Sea como fuere, esta es una actividad que lleva ya muchas años siendo habitual en Portinatx, en la que participan los jóvenes del pueblo, para así promocionar una de las fiestas populares más conocidas de la isla, la ya citada PortiParty, que congrega a centenares de personas en esta localidad del norte de la isla todos los años.