La jornada comenzaba puntual, a las siete de la tarde, en una iglesia completamente abarrotada para atender a la misa. El fortísimo calor que hacía era combatido por los feligreses, que disfrutaban del evento religioso en honor a la patrona del mar y los marineros, con el incesante movimiento de los abanicos.
Sin embargo, el plato fuerte para la vibrante celebración que Sant Antoni ha realizado para honrar a la Virgen del Carmen este domingo llegaba una vez concluía la misa. Y es que cinco minutos después de las ocho, una vez terminada la ceremonia y tras el repicar de las campanas, salía la procesión del interior de la iglesia y se emprendía el camino de la Virgen hacia el mar a través del Carrer Ample.
La figura de la Virgen salía a hombros de la Iglesia de Sant Antonio, en su camino hacia el puerto. Iba bien escoltada, pues junto a ella, además de decenas de vecinos, la acompañaba la Colla de Can Bonet, que ponía la ambientación tan propia de nuestra isla para la ocasión. La comitiva, a la que se sumaban todos aquellos que habían acudido a la celebración de la misa, así como tantos otros que esperaban a las afueras del recinto, realizaba su camino ante la atenta mirada de locales como de turistas.
Tras apenas un par de minutos de paseo, la comitiva llegaba al puerto, donde ante la atenta mirada de los asistentes era embarcada en el barco Islas Margaritas. Eran muchos quienes querían disfrutar del espectáculo en primera fila y se subían a la embarcación. Otros tantos lo hacían en los barcos contiguos , como el Santa Ponsa. Tras unos cuantos minutos de espera, finalmente el Islas Margarita partía del puerto. Pero lo hacía solo, sino que era seguida de otras embarcaciones que querían rendir homenaje a la Virgen.
Esta procesión marítima llegaba hasta el dique de Sant Antoni. Ahí, el barco portador de la Virgen se detenía, y las otras embarcaciones comenzaron a girar a su alrededor. Es en ese instante que se producían los vítores «en honor a todos aquellos fallecidos en el mar» y, con ello, la ofrenda del lanzamiento de las flores al mar, uno de los momentos de mayor simbolismo del acto. Todos los barcos acompañaban este momento especial haciendo sonar sus sirenas, prácticamente al unísono.
Una vez finalizada la procesión marinera, la Virgen del Carmen regresaba a puerto, donde el baile se volvía a hacer presente para recibir a la Virgen, a la que acompañaban de nuevo hasta el interior de la iglesia en el camino de regreso. Cuando esta era depositada, era turno para cerrar la jornada con una exhibición de ball pagès en la Plaza de la Iglesia, de nuevo a cargo de la Colla de Can Bonet.
Han sido centenares las personas que han disfrutado de una jornada tan especial para la localidad portmanyina, de gran tradición y pasado marinero. El folklore, tradición y costumbres más propios y arraigados de nuestra isla se ha juntado por unas horas con unos turistas que parecían fascinados de descubrir una celebración tan particular y tan especial como es el de la Virgen del Carmen.