El pueblo de Sant Llorenç, en el municipio de Sant Joan, vivió ayer una de sus jornadas más especiales del año: el día grande en honor a su patrón. Vecinos y visitantes se reunieron para disfrutar de una jornada que combinó tradición, cultura popular y música en un «ambiente de hermandad y orgullo local». Las actividades comenzaron con la misa solemne en la iglesia parroquial, presidida por el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Ribas Prats. El templo fue escenario de un emotivo oficio en el que se recordó la importancia de mantener vivas las tradiciones. Entre los asistentes, muchos acudieron con fe y devoción. Es el caso de Catalina, vecina de Sant Llorenç, que observaba la imagen del santo patrón con emoción. «La memoria de Sant Llorenç está muy viva en el pueblo. Es parte de nuestra historia y nuestra identidad», destacó esta residente a Periódico de Ibiza y Formentera. Aunque las temperaturas a esa hora eran más suaves que por la mañana, el calor se dejaba sentir durante la celebración. Para Paca, residente también del pueblo, el horario vespertino es un acierto: «Poder celebrar este festejo por la tarde es la mejor opción. Así evitamos el calor sofocante de las mañanas de agosto y la gente puede disfrutar más».
Tras la misa, tuvo lugar el tradicional desfile de carros típicos, una de las tradiciones más queridas por los residentes. Los vehículos, engalanados con motivos rurales y tirados por caballos, evocaban la Ibiza de antaño. El ambiente festivo continuó con la exhibición de ball pagès a cargo de la Colla de Labritja. Ataviados con sus trajes tradicionales, ofrecieron un espectáculo lleno de energía y colorido.
Dulces típicos
Después del baile, llegó el turno de reponer fuerzas con la degustación de dulces típicos ofrecida por el Ayuntamiento de Sant Joan. «Es un momento en el que todos nos encontramos, hablamos y recordamos viejos tiempos», subrayó Esperanza, vecina de Sant Joan que cada año asiste a esta celebración. La entrega de trofeos puso un punto de reconocimiento a las actividades y concursos celebrados en días previos, premiando la participación y el esfuerzo de quienes contribuyen a mantener viva la fiesta. El broche final llegó por la noche con el concierto en directo del grupo ibicenco Groove Garage, que transformó la plaza en una pista de baile improvisada. Temas de soul, funk y pop animaron a los asistentes, que corearon las canciones y no dudaron en bailar después de toda una jornada llena de tradición.
Con el eco de la música y la satisfacción de un día vivido intensamente, Sant Llorenç despidió su día grande reafirmando su compromiso con las tradiciones y la convivencia. Una celebración que, según precisó Esperanza, sirve para fortalecer los lazos entre generaciones y recordar que la identidad de un pueblo se construye en comunidad.