El restaurante Cala Llenya volvió a llenarse un año más con los vecinos de Sant Carles. Era el día del homenaje a los mayores, uno de los actos más esperados de las fiestas patronales del pueblo. Una jornada de misa, baile, música y comida que se repite cada año.
El día comenzó con la misa en la iglesia. Al terminar, la Colla de Sant Carles tomó el relevo con el ball pagès, acompañada por el grupo Coros y Danzas Nuestra Señora de la Esperanza, Peña Huertana la Rana del barrio El Progreso de Murcia, invitados para mostrar sus danzas tradicionales.
«Primero han actuado ellos y después nuestro grupo», explicó Cristina Ferrer Guasch, presidenta de la Colla de Ball Pagès de Sant Carles. «Cada año hacemos un intercambio cultural. Ellos suelen venir para el homenaje de los mayores o el día del patrón, según coincida el calendario, y nosotros iremos a Murcia a principios del verano».
La alcaldesa de Santa Eulària, Carmen Ferrer, explicó que en todas las fiestas patronales se reserva un día para este homenaje. Comentó que después de la misa y del baile se repartieron ensaimadas a los mayores, brindaron con hierbas y luego se celebró la comida. Añadió que es una tradición que se mantiene desde hace muchos años y que es una manera de agradecer a los mayores todo lo que han hecho por el pueblo.
Una comida tradicional
En el restaurante Cala Llenya el ambiente era familiar. El menú fue el de siempre, con entremeses, paella, pijama de postre, tarta de Tots Sants, vino, cava, café y refrescos. Unas 300 personas participaron en la comida, entre vecinos, familiares y miembros de la colla.
«Vengo desde que cumplió los 80», contaba Pepita, que asistía acompañada de su madre. Decía que este tipo de encuentros son importantes para que no se olviden de los mayores y que le hace ilusión volver a ver a tanta gente del pueblo.
En otra mesa, Eulalia, vecina de toda la vida, recordaba que lleva más de veinte años viniendo, porque antes acompañaba a su madre y ahora que tiene la edad mantiene la tradición. Aseguraba que le gusta ver a los amigos y que cada año se repite el mismo ambiente cercano. Contaba que la comida siempre se ha hecho en el mismo sitio y que ya lo sienten como una costumbre más de las fiestas.
Mientras se servían los platos, los asistentes charlaban, brindaban y se levantaban a saludar a los conocidos de siempre. Algunos compartían fotos de sus nietos y otros reían recordando viejos tiempos. Los miembros de la colla entregaban claveles a los mayores.
Un reencuentro entre vecinos
Entre los asistentes también estaban Margarita Juan Ferrer y su hijo Vicent Torres. Decían que suelen acudir siempre que pueden y que disfrutan del ambiente. «Aquí estamos todos los vecinos y eso une», comentaban.
«Esto es como volver a la juventud», decía Vicent Prats, que contaba que ayudó a construir el restaurante hace más de 50 años y que lleva desde entonces asistiendo al homenaje. Para él, los dueños del restaurante son como familia y es un cita que no se pierde nunca.
La jornada terminó con una sensación de alegría, con el sonido de las conversaciones, los brindis y las risas que llenaron el restaurante. Para muchos, este día es una cita marcada en el calendario, una ocasión para verse, compartir un rato y mantener vivas las tradiciones del pueblo.
Para la presidenta de la colla, este homenaje tiene un valor emocional especial. «Los abuelos esperan este día con mucha ilusión», decía Cristina. «Son como niños otra vez y disfrutan muchísimo», concluía.