Diego Etcheverry, nació en Casablanca en 1933 y murió el 2 de abril de 2022 en Formentera, después de haber estado enfermo en el Hospital de Can Misses en Ibiza, a los 89 años de edad. En París era hijo del director de la ópera de París, D. José Etccheverry. Aprendió en la ópera a tocar el piano y el violín. Luego se dedicó a la pintura y a escenografía. Isabel Echarri y Diego Etcheverry compartieron un periodo creativo común, entre 1972 y 2001, en el que se volcaron en el diseño de la escenografía y él, vestuarios de más de cien producciones de ópera que dieron la vuelta al mundo.
Al mismo tiempo, ambos desarrollaron su obra plástica personal hasta que Etcheverry decidió retirarse de esta faceta creativa, que compartía con la música, como violinista). Echarri mantiene su producción y es una reconocida artista de arte contemporáneo que sigue activa y vigente. Buena prueba fue su exposición ´Vida y muerte´ en 2012 en el Museo de Arte Contemporáneo de Eivissa o la más reciente en el Espacio Micus (septiembre de 2014). Ambos viven en Formentera, aunque pasaban los inviernos en su segunda residencia de París. En el periodo en el que se dedicaron a la escenografía y el diseño de vestuario lograron formar un equipo que aportó una nueva visión a los clásicos del género. Sus decorados, la distribución y el uso del espacio escénico, los vestuarios... todo estaba impregnado de un nuevo toque ´contemporáneo´, una tendencia creativa que ya desarrollaron en sus carreras personales desde los años sesenta. Echarri se encarga de subrayar su generación cuando se define como «una hija del 68». Pero antes pasó por la Escuela de Bellas Artes de París y vivió la experiencia única de ser la asistente del polifacético Boris Vian.
A raíz de su decisión de donar una parte representativa de sus bocetos de vestuarios a una de las principales instituciones de la cultura francesa, la Bibliothèque Nationale de France presentó una exposición de esos originales y de las maquetas de escena y decorados de una buena parte de la obras que representaron en los escenarios de todo el mundo. Entre el 8 de diciembre y el 17 de enero en la sala François Mitterrand de la biblioteca francesa se pudo ver esa muestra única que desempolva el fondo del armario creativo de este matrimonio genial. En la nota previa de la exposición que se puede leer en la página web de la Bibliothèque Nationale se reseña que Isabel Echarri y Diego Etcheverry han ejercido «sus talentos en el mundo entero ilustrando los grandes compositores del repertorio operístico: Mozart, Gounod, Massenet, Verdi, Wagner, Puccini, Offenbach».
Además, han participado en la creación de obras contemporáneas como ´Sire Halewyn´, de Ivan Semenoff; ´Temboctou´, de François-Bernard Mache; ´El año de gracia´, de Albert Sardá y su última puesta en escena con el compositor residente en Mallorca Javier Pérez de Arévalo, que fue el último farero de Formentera. Pero más allá de este reconocimiento, ambos vivían apaciblemente en Formentera y aunque no renunciaron a expresar su agradecimiento por este homenaje, no le dieron más importancia más allá de la garantía de mantener viva y bien conservada esa parte de su trabajo.
Cuando se le preguntó a Etcheverry qué representaba para él esta exposición, afirmaba en tono irónico: «Ahora puedo morir tranquilo, porque llegar más allá de la biblioteca francesa no es posible».
La sensación que percibía Isabel Echarri ante esta exposición tampoco difería mucho: «Tengo ego, estoy contenta, pero para mí las otras exposiciones de mi obra tienen más importancia; la satisfacción del teatro es intensa pero efímera, en cambio el lienzo permanece». Echarri mantiene su actividad creativa con sus ´libros esculturas´; la edición de un libro ´Pobre-Rico´ y su habitual y prolífica colaboración creativa con Fernando Arrabal. Reconoce que no le importaría montar una exposición en Formentera con una apuesta arriesgada, que tendría como escenario la capilla de sa Tanca Vella, en Sant Francesc.
Algo más lejos y girando hacia la derecha se pasaba por la oficina del constructor Joan Colomar Escandell, en la que trabajaba el arquitecto técnico Vicent Bosch Donat y a unos 200 m. del club de tenis, está la casa de Diego Etcheverry e Isabel Echarri Muñagorri, dos artistas vascos, él francés y ella de Bera o Vera de Navarra, que vinieron a Formentera en 1962 y compraron esta casa. Los conocí en las Ranas en 1971 a través de Ulla Takas, cuando el negocio era de Pierre Lapèze y Valérie Jequier, que lo arrendaron por una temporada a un francés, de nombre Daniel, a Andrés Morán de Asturias y a Juan Ramón de la Cruz Valero.
Entre las novedades introducidas en su casa, por los arquitectos Henri Quillé y Gerald Alleé, estaba un generador de energía eléctrica eólica, sobre un poste, que cargaba unas baterías y la distribuía a través de la instalación eléctrica de la casa. Una noche de vientos huracanados, temiendo que el molino se rompiera, entre todos lo deslizaron, para abatirlo al suelo, pero lo perdieron y se estrelló contra el suelo rompiéndose. Luego Isabel se fue a ver a Quillé para que les ayudara a repararlo. Después de algunos desagradables reproches, encargó un camión para llevárselo a reparar. Cuando el molino estaba nuevamente instalado. Isabel se fue a pagar a Quillé, pero nuevamente surgieron problemas por haber librado un cheque a nombre de Sr. Don Henri Quillé, quien tuvo un berrinche y lo arrojó al suelo.
Días después Isabel con su carácter tranquilizador regresó para pagarle el cheque, pero sic: «cuidándose muy, mucho de no poner señor.» Después sus relaciones continuaron buenas como antes, viéndose y tomando alguna bebida cuando se reunían. Los espacios de esta casa sorprenden por la blancura, sus dimensiones y proporciones, con sus talleres de artista y la orientación de la sala con chimenea hacia el Noreste. Fueron ellos que nos pusieron en contacto con un parisino, que vivió en Formentera cerca de la carnicería de Joan Mayans Colomar de la calle Antoni Blanc nº 17 de Sant Francesc, quien adquirió un cachorro de Saba, una perra podenca blanca de delgadas patas y largas uñas, que llevé yo a París.
Recuerdo que di lecciones de matemáticas en verano de 1978 a su hija Colombe, que siguió los pasos artísticos de su madre. Con estas clases consiguió aprobar.
Colombe murió en noviembre del año 1991 en París, un drama para su familia. Conservamos una colección de escritos de Colombe, en un libro blanco, que nos dio Isabel.
Trabajaban Inés, otra de sus hijas y su marido Manu o Manuel Ferrara, en el vestuario de óperas en la ópera Garnier de París, donde cantaba Fréderich Vassar, hijo de Jacques Le Maître, que vivían en la rue de Mogador. Inés se jubiló en 2019 y él en 2020.
Isabel a sus 91 años en 2020 aún trabajaba en Formentera. Ha hecho grabados, escenografía, como para la ópera Carmen de Bizet en Pekín, objetos de libros y varias exposiciones tanto en Francia como en Ibiza y Formentera y esculturas, dominando el blanco en las últimas exposiciones. Me explicaba que, en Pekín estuvieron unos cuatro meses y tuvieron que cambiar todos los colores de los decorados de la ópera ya que en China el sentido del color blanco está asociado a la muerte y el rojo a augurios o buena suerte. Estaba detrás del envío de un caballo de papel blanco en una caja de 1,20 m. de altura al MAC de Eivissa.
Diego, de 87 años en 2020, que era violinista, pianista, pintor, acuarelista, colaboró con ella en los decorados de la ópera. En julio de 2014, Isabel expuso su obra en el espacio Micus, en la que dominaba el color blanco y me dijo que Diego estaba con Alzheimer.
Susanne y yo entramos a Can Micus con gran dificultad por el estrecho camino desde «Can Fornet», desviándose a la izquierda de la carretera de Jesús a Cala Llonga. Vimos el espacio y las blancas obras de Isabel. La obra arquitectónica de Micus de esta galería sorprende por la limpieza de espacios e iluminación natural. Estuvimos cenando con ellos fuera de la galería. Conocimos al médico Ricardo Corachán, amigo de Formentera y a Carolina Escandell Ferrer, directora de la galería de Sa Nostra.
Saliendo de Can Micus, por la carretera que va de Cala Llonga a Jesús, vinieron con nuestro coche Isabel, Diego, Inés y Manu y les dejamos a las 23 en el puerto para regresar a Formentera. Desde entonces fui a visitarlos cuando iba a Formentera a ver a mi familia. Isabel y Diego tienen una especial relación con el dramaturgo y poeta Fernando Arrabal Terán. Fernando a nivel político comentó que cuando un gobierno defiende la aplicación de una norma, por «razones de estado», en realidad eran «razones de establo». Isabel de 92 años y Diego de 88 años en 2021 viven en Formentera y no han regresado a París, porque su estado está bastante deteriorado, atendidos por tres auxiliares que cuidan completamente