Fina Torres (Ibiza, 1962) de Can Beya es un ejemplo más de mujer trabajadora. Tras la barra del negocio familiar, tienda y bar, atiende a Periódico de Ibiza y Formentera mientras no para de despachar a clientes, muchos de los cuales son habituales, ya amigos, desde hace años de este bar de carretera entre Vila y Santa Eulària.
¿Desde cuándo está en esta tienda?
— Esto lo montó mi abuelo, Toni, en 1932. Hace ya 90 años. Luego la llevó mi padre, Pep, pero murió muy pronto, en 1985, y desde entonces estoy yo. Es nuestra casa, hemos vivido aquí siempre.
¿Era usted muy joven cuando empezó a trabajar aquí?
— Yo le solía reprochar a mi madre (que nos dejó el año pasado) que me enseñó a mí y no a mi hermano, y ella siempre me decía que «de pequeña siempre te metías detrás de la barra y entre la gente y ya hacías cosas mientras tu hermano se escapaba y no quería saber nada». Cuando tenía 19 años, como no seguí estudiando, me puse a trabajar. Pero cuando faltó mi padre fuimos mi madre y yo quienes nos hicimos cargo. Ahora lo llevo yo con mis empleadas.
Pero sigue habiendo un espacio para la tienda...
— Apenas viene algún vecino a comprar algo que se ha olvidado algo del Mercadona y alguna cerveza y cosas así. Ya pasaron esos tiempos en los que en cualquier momento, daba igual la hora o si era domingo, alguien entraba por detrás para pedirme un saquito de arroz o una botella de butano. Llegó un momento en el que tuve que ser tajante y cortarlo. Ahora si tuviera que vivir de la tienda ya habría cerrado hace tiempo, la mantengo más por tradición que por otra cosa.
Entonces tiene intención de mantenerla...
— Mientras yo esté, sí.
¿Y espera estar mucho tiempo más?
— Mmmmm… no. Creo que voy a tirar la toalla enseguida que pueda. Se me hace muy pesado y los años no perdonan. Piensa que llevo 36 años aquí, y ahora ya no, pero he llegado a estar 14, 15 o 18 horas cada día. Ya estoy un poco cansada, no es lo mismo tener 24 que 60 años, no hay el mismo aguante.
¿El negocio continuará en la familia?
— No creo. No tengo hijos y mis sobrinos están en otras cosas. Si lo puedo alquilar lo alquilaré, ya me lo han ofrecido varias veces.
[interrumpe para atender a un cliente]
La veo un poco desanimada...
— Sí. La pandemia me ha desanimado un poco, es verdad. Han sido dos años muy duros, también en la economía. Además hemos pasado una época dura con la enfermedad y el fallecimiento de mi madre y claro, todo esto afecta. La verdad es que no me puedo quejar, como decía mi madre: «No debes nada, has comido y te has dado algún capricho, así que no te quejes nena». Antes ya me había llegado a plantear dejarlo, pero a lo mejor no para tan pronto como lo haré. Y no será por que no funcione, ¡ya lo ves!.
[interrumpe para atender a otro cliente]
La veo trabajar y no puede negar que le gusta.
— Claro que me gusta, me ha gustado siempre. Lo que pasa es que ya son muchos años. Piensa que he llegado a estar aquí hasta la una o las dos de la madrugada. Poco a poco he ido adelantando la hora de cerrar hasta ahora que cerramos a las cuatro de la tarde.
Supongo que hasta esas horas la clientela consumía alcohol y una mujer detrás de la barra en esos tiempos debía ser duro.
— Sí que bebían sí, algunos no sé ni como llegaban a su casa, de hecho alguno no llegaba. Con las pruebas de alcoholemia la gente fue dejando de venir hasta tan tarde y por eso he ido pudiendo cerrar más pronto. También te digo que durante todos estos años solo ha habido una pelea, y eso que los dos que se pelearon vinieron juntos y eran amigos. Acabaron remolcándose por el suelo, eran muy grandotes y yo me fui corriendo hacia ellos y Lola, la cocinera que había entonces, me cogió por detrás para que no me metiera. Es verdad que esos tiempos, siendo una mujer de 24 años detrás de la barra, me obligaron a ser muy tajante y a poner firmes a quién tocara. Pero la clientela siempre me ha respetado y me ha querido mucho, piensa que muchos me han visto nacer prácticamente.
¿Qué tiene pensado hacer cuando lo deje?
— Pues no te negaré que me da miedo pensarlo. Seguro que notaré que me falta algo. Lo que me gusta es viajar y de momento me voy este mismo sábado a Bilbao, que hace muchos años que no voy. Más adelante queremos ir a Cuba, pero con los tiempos que corren, Covid, guerras y tal, da un poco de miedo ir a cualquier lugar. No sé si empezaré por Cuba o por dónde, pero en cuanto deje esto lo que pienso hacer es viajar.