Tito Zornoza (La Marina, 1952), es un referente de la música en directo en Ibiza. Uno de los pioneros en la creación de bandas de rock en directo que triunfaron, con la explosión del turismo, en las salas de fiestas y los hoteles ibicencos en los primeros años 70. Años que fueron escenario de lo que se llamó ‘palanca' y en el que Tito también supo dar su mejor ‘do de pecho'.
— ¿Dónde nació usted?
— Nací ‘a traición' cuando mi madre, Juana, estaba de visita en casa de unos amigos, justo delante de donde estaba el restaurante Nan-Kin. Enseguida llamaron a mi abuela Francisca López, que era la comadrona de la cínica Can Villangómez. También trabajaba de manera particular, en cualquier momento de la noche la venían a buscar a casa con el carro y se la llevaban a que asistiera el parto, al cabo de unos días venía alguien con, por ejemplo, un saco de patatas, que era la manera en que se le pagaba. Vivimos con ella, mis cinco hermanos, mi padre y yo, en la Avenida España, unos años antes de mudarnos al Puig d'Es Molins.
— ¿A qué se dedicaba su padre?
— Mi padre, Rafael Zornoza, era maestro de escuela y, también, era músico. Montó una rondalla en Ibiza en la que habría más de 50 personas y en la que se pensaba tres días por semana. Allí estaban Isidor Marí, Murenu, Torres Font, Pepe Gamba, Lina Bufí, José Luis Bofill… En aquellos años solo había la banda de Vitorino, que hacían otro tipo de música, y la rondalla de mi padre.
— ¿De dónde surgió la pasión por la música de su padre?
— Pues no te sabría decir exactamente. Porque mi abuelo no era músico, era jefe de Correos y Telégrafos. Por eso vino destinado, igual que mi abuela, a Ibiza desde Pinosa, Alicante, que es donde nació mi padre. Desde pequeño le gustó tocar el violín. Empezó ensayando con la rondalla en la OGE, al lado de Ebusus, también en las monjas de la Consolación… Antes de montar la rondalla, había estado tocando con algunos conjuntos en locales como el Mar y Sol del Puerto, con el Grupo Samba, en los bailes que hacían los domingos por la tarde. Me acuerdo que, mientras él tocaba, yo jugaba en la calle a las chapas.
— ¿Recuerda sus inicios en la música?
— Sí. Tendría unos nueve años cuando mi padre me regaló mi primera guitarra para que fuera con él a la rondalla. El día que fui a estrenarla, nada más bajar la escalera de casa, había una roca así de grande y, no sé cómo me las apañé, pero se me cayó de culo justo encima y me la cargué. ¡Menos mal que en la rondalla de mi padre estaba Pere Cala, que era carpintero, y me la arregló como pudo.
— ¿Dónde estudió?
— Fui al colegio a Sa Graduada, pero no seguí en el instituto, así que mi padre me hizo ir a las monjas a estudiar contabilidad y, con Carmen Prats, a aprender mecanografía. Cuando empecé a trabajar en administración, en Plastimarc o con Alonso Marí, era rapidísimo.
— ¿Trabajó siempre en administración?
— Mi oficio principal, en el que me jubilé, fue como contable, sí. Pero también trabajé en el Waikiki como camarero hasta que me vino a buscar Pepe Gamba para trabajar en la barra de Pachá. Estuve unos años hasta que le dije a Pepe d'es Gayetí que ya me tocaba trabajar de día. Habían sido muchos años trabajando de noche, y es que antes también había estado tocando por los hoteles con la banda. Porque lo mío siempre ha sido la música.
— Hábleme de su banda
— El primero de todos fue ‘Los Diana', que tuvo varias etapas. Lo montamos con 14 años Pepe Gamba, Juanito Platé, Juanito Bessó, y yo. Luego se incorporó Siso, que es quien compuso ‘Sa Fauç' y con quien grabamos el disco en Barcelona cuando teníamos 16 años. Según dicen, es el primer disco que se grabó en ‘eivissenc'. Bessó, nuestro batería, era muy amigo de los del Mar Blau y nos dejaban tocar cuando se iba la banda valenciana que tocaba durante la temporada. Como éramos menores de edad, nos avisaban cuando venía la Guardia Civil y nos teníamos que esconder por allí. Más adelante, con Mariano Ribas, tocábamos en todos los hoteles, el Tres Carabelas, el Torre del Mar… temas de los Rolling, de los Beatles o los Brincos. En aquellos tiempos había unos cuantos grupos en Ibiza, Es Amics, Los Simbas, Es Trons… Fue una gran época de bandas ibicencas, incluso se llegó a hacer un festival muy bonito en la discoteca de Es Portal Nou. Tocábamos cada noche, eso era una delicia.
Cuando terminamos de tocar con los Diana, había un grupo catalán, ‘Los Jockers', que tocaba en la discoteca Papagayo, del Tres Carabelas, y me ofrecieron ir a tocar con ellos a Barcelona. Así que, a partir de entonces, estuve haciendo la temporada de verano en Ibiza y, los inviernos, en Barcelona.
— Seamos sinceros, en aquellos años, siendo músico, ligaría bastante.
— ¡Hombre!. En esos tiempos, los mejores ‘palanqueros' éramos los músicos y los camareros. Después se apuntaban los demás a ir de ‘palanca', pero a las chicas les dábamos más confianza nosotros, que nos veían cada día. De esta manera, me acabé casando bastante tarde con Beatriz, con quien tengo a mi hijo, Marcel.
— Explíqueme de qué se trata eso de la ‘palanca.
— La ‘palanca' era ir a conquistar extranjeras. La razón era sencilla, era mucho más fácil acostarte con ellas que con las españolas. Yo me sé de alguno que tenía novia en invierno y, cuando llegaba el verano, con la excusa de que «tengo que ir a tocar cada noche», la dejaba (ríe). Estando de cantante, te venían a buscar y todo. Si la cosa gustaba, estabas con ellas el tiempo que estaban aquí y, el mismo día que se iban, llegaba un autobús con las nuevas. ¡Era muy bonito!. Una vez me enredó en el Papagayo una sueca guapísima, que me llevó a otro hotel y, la mañana siguiente, el director del Tres Carabelas me echó la bronca porque su marido y sus hijos la habían estado buscando toda la noche.
— ¿Tuvo más bandas de música, aparte de Los Diana y Los Jockers?
— Sí. La última fue Tok Rock, que la montamos tras un encuentro en el Eden con Pepe Gamba, Toni Jiménez y Sergio (el hijo de Bessó). Pero antes también estuve en Los Nuevos Bohemios y en Es Plà de Vila. Sin embargo, uno de los momentos más bonitos de los últimos años lo he vivido con Ressonadors, cuando Barbé me invitó a escuchar la música para ‘Bona nit Blanca Roseta' para que yo le pusiera la voz, fue una experiencia preciosa y estoy muy agradecido a Joan y Omar por haber pensado en mí para eso.
Y es que la música en directo en Ibiza, tras los años en los que estábamos, vivió unos años con un bajón muy importante. Apenas había grupos, más allá de Statuas D Sal y pocos más, sin embargo ahora es una maravilla. Hay multitud de bandas y de talento. Mi favorita de ahora es Joven Dolores, y es que con la Joven Dolores cargábamos nuestros instrumentos para ir a tocar a Formentera, con 14 años, a casa de Víctor.