La noticia saltó justo el «Día Mundial de la Tierra», lo que animó a algunos ecologistas a celebrar, todavía más, esta fecha que reivindica la protección de la naturaleza. Quien prefirió guardar la compostura fue el presidente de Calas del Mediterráneo, la promotora del golf, Fernando Garteiz, a quien este periódico informó sobre las intenciones del PP para con su proyecto. Garteiz aseguró que, hasta la fecha, nadie se había puesto en contacto con él y que desconocía la promesa de los populares. El presidente de la promotora manifestó que no haría ningún movimiento hasta conocer el dictamen de sus servicios jurídicos.
Mientras, el presidente del Grup d'Estudis de sa Naturalesa (GEN) "la asociación que hace tres meses sacó a la calle a más de 11.000 personas para protestar por la política urbanística del PP", Marià Marí, acogió la noticia con asombro e incredulidad. Marí reiteró su «felicitación para la Administración» e indicó que «ya era hora de que hicieran algo por el medio ambiente». Pese a todo, el presidente del GEN "quien ayer estaba vendiendo en Vara de Rey los vídeos que recogen la multitudinaria protesta del 22 de enero" aseveró que su lucha no acaba con la paralización de este proyecto: «Hay muchos más lugares amenazados y el PP tiene el poder para protegerlos». Marí, sin embargo, recordó que «estamos en campaña electoral, así que todavía habrá más sorpresas».
Por su parte, la portavoz de la Plataforma vecinal contra el campo de golf, Neus Prats, se mostró satisfecha, puesto que «la Administración, por fin, ha visto la luz». «Se ha respetado la voluntad del pueblo, que mayoritariamente rechaza este proyecto». Prats añade, sin embargo, que sin la ayuda del PP el campo de golf «nunca hubiera ido adelante, ya que la obra es ilegal de los pies a la cabeza». La portavoz de esta asociación vecinal se mostró reticente a abandonar su protesta «hasta que no veamos todos que la zona se protege y sigue, para siempre, siendo verde».
En el seno del Pacte Progressista la noticia se recibió de similar manera: con desconfianza y críticas al PP. Los partidos de izquierda habían utilizado hasta el momento el campo de golf como arma electoral para competir contra los populares