Amics de la Terra y GEN-GOB denunciaron ayer el inicio de las obras la semana pasada de la polémica urbanización Benirrás 2000, que reunió 3.000 firmas contra este proyecto. Los ecologistas pedirán la paralización de esta obra al Ayuntamiento de Sant Joan utilizando «las herramientas previstas en las DOT y con la colaboración del Govern balear», ya que se trata de una de los últimos lugares que quedan sin destruir en la isla de Eivissa. Además, solicitarán una copia del Plan Parcial en el que fue aprobado el proyecto para comprobar cómo está calificada la zona.
Pese a que se trata de un proyecto que data de los año 80, los vecinos han comprobado cómo han empezado las obras esta semana, concretamente el martes, «que van muy rápido», precisó Hazel Morgan.
La urbanización ocupa una extensión de 15'53 hectáreas en un costado de la playa de Benirràs. Las obras iniciadas consisten en cuatro edificios y es un proyecto de un antiguo Plan Parcial, aprobado por el Ayuntamiento de Sant Joan en junio de 1986. Los ecologistas recuerdan que en la aprobación de este proyecto de urbanización se contempla la ejecución en dos fases, de tres años cada una, con lo que debía de estar finalizado en 1992, hace unos siete años.
Al haber transcurrido los términos legalmente establecidos por la ejecución del Plan Parcial, el GEN-GOB solicitó formalmente su caducidad en 1995 «sin obtener ninguna respuesta de las administraciones competentes», señalan. Este hecho ocasionó que se entrevistaran con el alcalde de Sant Joan, Vicent Guasch, para que declare la caducidad de la urbanización prevista en junio de 1998. En el transcurso de esa reunión se entregaron 3.000 firmas contrarias al proyecto al primer edil, pero se rechazaron argumentando «que no eran ibicencos y tampoco del municipio», recuerda Morgan.
«El último lugar virgen con posibilidades de
edificación»
Los ecologistas hacen alusión a la publicidad utilizada por la
promotora: «El último lugar virgen de la costa de las Islas
Baleares con posibilidades de edificación» para denunciar que «está
pasando a ser el último paraíso destruido gracias a la nefasta
política territorial que han padecido las Pitiüses hasta ahora y
que ha permitido la destrucción de una buena parte del territorio»,
señalan.
Los ecologistas no escatimarán esfuerzos para preservar este paraje natural. De este modo, se dirigirán al Govern balear para que en colaboración con el Consell Insular «se emprendan las medidas urgentes para paralizar la destrucción de este paraje». A juicio de los ecologistas, «convertir Benirràs en un nuevo Port de Sant Miquel como si nos encontráramos a mitad de los años 60 no es lo más indicado para una isla que busca convertirse en un destino para un turismo de calidad». Defienden que la «preservación de estos rincones naturales es más que una necesidad».