La legislación española en materia de drogas responde al acuerdo de Naciones Unidas de 1961, en el que se dividieron todas las sustancias en cuatro listas diferentes, respondiendo a su «grado de peligrosidad y usos terapéuticos». Así, los especialistas decidieron incluir el cannabis en la última categoría "la más restrictiva" junto a la heroína. Los motivos que llevaron a proscribir el consumo de la marihuana en medio mundo fueron «más morales que científicos», señala Joan Carles Usó, doctor en Sociología y autor del libro «Drogas y cultura de masas».
Usó participó ayer en los Ecoforums, charlas organizadas por «Els Verds», con una disquisición sobre la legalización del cannabis para usos terapéuticos, algo que en la actualidad se discute en varios estados norteamericanos y en Alemania. «Permitir el uso de la marihuana para tratar ciertas enfermedades equivaldría a pasarla de la cuarta lista a la tercera, cosa que no creo que llegue a ver nunca», explica este investigador, quien dice no entender, porqué no se receta un «canuto de hachis» a los insomnes en lugar de las habituales pastillas.
Para avanzar hacia una legalización en el uso del cannabis, Usó propone comenzar desde la política municipal con la apertura de las discutidas narcosalas. A pesar de todo, el autor reprocha a los partidos progresistas como IU el hecho de que se hayan convertido en abanderados de la legalización de la marihuana cuando no han movido un dedo en los ayuntamientos en los que gobiernan. Lo mismo pasa con el PSOE, ya que el PP le ha pasado por la izquierda a la hora de redactar su política sobre drogas. A pesar de todo, la situación no siempre fue así.