Su afición por el cuarzo se inició hace tres años en la India. Allí comenzó a comprar piedras para fabricar anillos y collares. Pero tras realizar un viaje de siete meses a Brasil Ítalo Saporano decidió presentar su colección de cuarzos en muestras como la que desde ayer, y durante la jornada de hoy, se exponen en el restaurante Cap d'es Falcó.
Bajo el título de «Imágenes del tiempo», Saporano presenta cuarzos de distintas tonalidades y de muy diversas formas. Según apunta el propio coleccionista, «el título de la exposición responde a que los cuarzos ofrecen una fotografía no del espacio, sino del tiempo; encierran tres o cuatro milenios en varias dimensiones». Saporano asegura que desconoce el número exacto de cuarzos que acumula. Prefiere centrarse en las propiedades de cada una de las variedades de estas piedras.
«El cuarzo blanco se puede compatibilizar con la amatista para aliviar la resaca provocada por el consumo de alcohol; el rosa es la piedra del amor, infunde calma y reduce el instinto de agresividad; y el cuarzo ahumado elimina las energías negativas», señala Ítalo. El coleccionista aclara que los cuarzos hay que usarlos cuidando una serie de requisitos. Las piezas tienen que estar limpias, para lo cual es necesario depositarlas después de cada uso bajo un chorro de agua corriente. «Lo ideal es introducirlos en una red y meterlos en un río o en el mar durante diez o quince minutos», apunta Saporano.
La muestras valora a los cuarzos desde un punto de vista distinto al estético. «No significa que haya que negar esa belleza, pero estas piedras permiten solucionar muchos problemas cotidianos». El coleccionista quiere demostrar que el ojo humano no abarca todas las propiedades de los cuarzos.