La Cofradía del Santo Cristo del Cementerio, que venera la imagen instalada en la iglesia de Santo Domingo, es la más numerosa de las Pitiüses "con un total de 400 socios" y la más antigua de todas, con nada menos que 110 años de historia a sus espaldas. Ahora, el ibicenco Juan Francisco Pamies, de 40 años y estudiante de Ciencias Religiosas, ha decidido recoger algunos de los hechos más representativos de esta entidad en un libro que espera ver la luz próximamente. La trayectoria de esta cofradía recogida por este especialista reúne tanto datos históricos de las Pitiüses como hechos que algunos han dado por considerar como milagrosos o inexplicables, como explica Pamies.
El germen de esta asociación religiosa arranca en 1864, año en el que una devastadora epidemia de cólera morboasiática acabó con 5.000 vidas en Sant Antoni, Santa Eulària y Sant Joan. Sin embargo, respetó el barrio marinero de sa Penya, algo que los fieles achacaron a sus plegarias al Santo Cristo. Entonces comenzó a gestarse una devoción a esta imagen que fue en aumento hasta que en 1890, y gracias a una cuestación popular para reformar la capilla, acabaría por formarse esta cofradía, encargada de organizar los novenarios al Santo Cristo.
Sin embargo, los peores momentos estarían todavía por llegar, como señala Pamies. Así, después de más de tres décadas de actividad ininterrumpida, la cofradía se disolverá en 1936, en plena Guerra Civil y después de que los milicianos quemen la centenaria talla del Cristo. Algo que, por cierto, les costó más de un esfuerzo, puesto que entre toda una división no fueron capaces de arrancar la imagen, otro de los datos asombrosos que recoge la obra de Pamies.