Balears, y en concreto Eivissa, han sido el último eslabón de una epidemia iniciada hace un año en Bulgaria y Grecia y que el pasado mes de junio reapareció en Túnez. La enfermedad de la «lengua azul», cuyo vector biológico transmisor es un mosquito del género culicoides, se ha extendido desde hace un año por toda la cuenca mediterránea, aunque con especial virulencia desde el pasado mes de junio hasta entrado el otoño, momento en que el orbivirus (virus que origina esta enfermedad) penetró en Baleares.
La Oficina Internacional de Epizootias (dícese de las enfermedades que acometen simultáneamente a una o varias especies de animales de una determinada región), una organización mundial dedicada a informar sobre aspectos sanitarios y epidemiológicos de los animales, ya comunicó en el verano de 1999 la existencia de focos detectados en Bulgaria y Grecia. Según se especifica en un informe elaborado por el director de Sanidad Animal del Ministerio de Agricultura griego, los primeros brotes fueron debidos a «dos incursiones» del virus desde el Este y el Norte de Europa.
Pasado el rigor del invierno, la enfermedad reapareció en el Magreb y Turquía. El caso más alarmante fue el de Túnez, donde a principios de este verano se registraron 1.318 muertes de ovejas afectadas por el virus. El 16 de julio se detectó en Argelia, en una zona fronteriza con Túnez donde las ovejas argelinas y tunecinas pastaban juntas. El último foco data del 5 de agosto.
Desde el Magreb, la enfermedad voló hasta Cerdeña (Italia), isla del Mediterráneo donde el 18 de agosto de 2000 se comprobó por primera vez la existencia de ovejas con síntomas de la enfermedad. En Cerdeña se detectaron 71 focos.
Finalmente, el orbivirus concluyó en Balears su tour por el Mediterráneo, primero en Mallorca, luego en Menorca y Eivissa. Fuentes del Consell admiten que cuando tuvieron conocimiento de la existencia de esta enfermedad a lo largo y ancho del litoral mediterráneo creyeron que el virus no llegaría a alcanzar las Pitiüses. Pero lo hizo.