El recinto ferial presentaba ayer una imagen fantasmagórica forzada por el contraste entre lo que fue "el centro de las celebraciones del Año Nuevo en Eivissa" y como quedó "un lugar repleto de restos festivos y vacío". Había que desmontar el escenario principal, las barras, la mesa de control de la luminotecnia y del sonido, retirar las barreras instaladas y eliminar los restos adheridos al suelo.
La tarea la desplegaron una veintena de técnicos, que desde primera hora de la mañana comenzaron a eliminar los restos de la celebración. Por delante les quedaba un duro trabajo. El suelo presentaba un panorama desolador. Serpentinas, bolsas, lamparones provocados por la copa que se derramó fruto de un despiste, colillas y alguna moneda que otra. A todo ello se sumaron los materiales que los técnicos emplearon para desmontar el entramado metálico que estaba en el interior del recinto. Si efímera fue la celebración de la Nochevieja, ayer se comprobó que el lugar que la dio vida también.
Para eliminar todos los restos era necesario plantear una estrategia de actuación. En primer lugar se recogieron los objetos más voluminosos, tales como botellas y vasos, y se sincronizó a la vez el desmonte del escenario. Para lo último se dejaron los restos adheridos al suelo. Era importante despejar el terreno para que después fuera más accesible la limpieza de cada rincón.
En una noche como la Nochevieja la euforia es incontrolable, como también lo es la generación de residuos. Pero al igual que el entramado para la fiesta se organizó en un breve espacio de tiempo, también se recogió a velocidad de relámpago. La sincronización entre los técnicos encargados de ello permitió que al terminar la jornada de ayer el recinto ferial quedara listo para poder acoger otros actos en su interior. Poco a poco Eivissa retoma la cara de la normalidad tras el exceso de Nochevieja. A finales de este año que inaugura el milenio se instalarán de nuevo las infraestructuras para dar la bienvenida al 2002. Es un ciclo.