El folklore ibicenco contó ayer con un compañero de baile peculiar. Un grupo africano, «Gnawa Music», aportó a los asistentes unos tintes exóticos extraños para lo que se suele ofrecer en citas festivas como la de ayer. Además, el templo religioso no contó con la actuación del ball pagès en sus inmediaciones, ya que éste se trasladó también a la carpa municipal de la plaza del Ayuntamiento.
El contraste entre una cultura y otra sorprendió a los asistentes. Tanto en las vestimentas como en los movimientos, ambos bailes diferían bastante. Si se pudiera interpretar como una confrontación, triunfó el ball pagès, ya que uno de los componentes de la danza africana sufrió una caída al interpretar un movimiento. Sus huesos no sufrieron el impacto con el suelo.