Sant Jordi de ses Salines celebró ayer el día de su patrón sin olvidar que el mismo se convierte cada año en el pretexto para conmemorar una jornada especial en la que los libros y las rosas adquieren protagonismo. Durante toda la jornada, en las inmediaciones del centro polivalente -en el que se inauguró de manera paralela una exposición de plantas y flores-, los asistentes pudieron cumplir con la tradición de intercambiar libros y rosas mientras acudían a la llamada del repique de campanas que significaba el inicio de los actos folklóricos típicos en épocas festivas. La nota distintiva la aportaron los miembros de la Asociación San Isidro de Argamasilla, quienes interpretaron notas populares de su lugar de origen: Castilla La Mancha.
Y es que la jornada festiva de ayer se basó en el intercambio. Por un lado el de los sonidos de castañuelas manchegas con el de las castanyoles pagesas y, por otro, el de las rosas con los libros. Una conjunción de elementos que se mezcló entre la multitud de gente que acudió a la llamada de la fiesta. A las once en punto, el sonido de las notas del Grup Folklòric de Sant Jordi de ses Salines marcaba el inicio de de la ceremonia religiosa. Sus componentes encabezaron la comitiva de sacerdotes que oficiaría la misa solemne. Los feligreses -que ayer lucieron sus mejores galas- esperaron dentro del recinto religioso, que se llenó para participar en la Eucaristía del patrón de la localidad. La misa e prolongó por espacio de algo más de una hora y dio paso al momento más folklórico de la jornada que comenzó con la procesión que recorrió los alrededores de la iglesia. Encabezando la comitiva, el grupo manchego que abrió paso entre el numeroso público al resto de la comitiva.
La figura de Sant Jordi a caballo estuvo escoltada por otros seis santos y por seis vírgenes. Las notas folklóricas de las dos agrupaciones se entremezclaron con las que surgían del campanario. Así fue hasta que finalizó el recorrido y se procedió a la exhibición de ball pagès.