El presidente de la Asociación de Establecimientos Turísticos de Entretenimiento de la bahía de Portmany, Christopher Langley, reclamó ayer al Consistorio de Sant Josep que cumpla las mejoras que hace siete meses prometió para la zona turística de Cala de Bou. A juicio de Langley, los empresarios ya han esperado «demasiado tiempo a que el Ayuntamiento y los representantes electos actúen». Entre las obras prometidas y aún no acometidas destaca la instalación de unas bandas de reducción de velocidad delante y detrás de cinco pasos de cebra que hay en la carretera de Cala de Bou.
El concejal de Gobernación, Antonio Cardona Marí, Pujolet, también se comprometió a mejorar la iluminación, algo que, según recalca Langley, no ha sucedido. Hay zonas tan oscuras que se han convertido en «foco de hurtos», venta de drogas y en lugar de frecuentes actos de vandalismo. El presidente lamenta de que pese a la «buena voluntad» mostrada, el equipo de Gobierno de Sant Josep aún no haya hecho nada de lo prometido. Por ejemplo, la mejora de las aceras, que los empresarios de Cala de Bou califican de «trampas mortales», al ser estrechas, sin accesos para discapacitados y repletas de obstáculos: «Las familias y las personas con minusvalías son puestas constantemente en peligro», subrayan.
Asimismo, reclaman la «terminación adecuada» de numerosas calles (Leganés, Vizcaya, Lleida, Lleó, Las Palmas, Castellón y Pontevedra), llenas de baches e «intransitables». Otra de las reivindicaciones no satisfechas es la del incremento de la presencia policial y el control de la publicidad dinámica y estática, que suele ser de otras zonas turísticas: «2001 ha sido el peor año de todos en la zona en cuanto a presencia policial», protestan los empresarios. El nuevo cuartelillo sirvió para poco, ya que la mayor parte de los policías estaba en el aeropuerto o en Platja den Bossa. Los delincuentes han disfrutado de «impunidad»: «Es un barrio sin ley», dice Langley.