Los sin techo están en el último peldaño de la exclusión social. Son aquellas personas que padecen una problemática psicosocial grave y una limitación de la cobertura de necesidades básicas, la vivienda es la más alarmante. La mayoría de ellos sufre una problemática de salud mental o toxicomanía. Las ramas de un árbol, una casa abandonada, un puente, un banco o el salón de un sindicato pueden llegar a dar cobijo a estas personas en las Pitiüses. La jornada de hoy está dedicada a ellos: a los sin Techo. Según el programa de exclusión social, realizado hace dos años por el Ayuntamiento de Eivissa, unas 80 personas viven en una situación infrahumana en la calle.
La puesta en marcha de un plan nacional de atención a los sin techo constituye una prioridad para algunas de las personas que tienen un contacto más directo con ellos: trabajadores sociales y policías locales. Las personas sin hogar rechazan, a priori, la ayuda de servicios sociales, pero hay situaciones en las que, dado su estado, es necesario intervenir. Hay casos alarmantes en los que peligra su integridad física por enfermedad. En algunos casos las familias les dejan un lugar para vivir, pero son los menos.
En ocasiones se hace un seguimiento de oficio en aquellos casos en los que no hay demanda. «Cuando entras en contacto con ellos rechazan los recursos», apunta un trabajador social. Muchos no quieren volver con su familia, ni tienen un contacto con ellos desde hace años. Esta es la situación de uno de los transeúntes , de nacionalidad argentina, que pulula por Eivissa. Su familia ha tratado de que vuelva a Argentina, pero él se niega. «¿Qué garantías hay de que mejore allí su situación?», se pregunta uno de los trabajadores sociales que ha estado en contacto con él.