Los libros y las rosas también salieron a la calle ayer en Sant Jordi pero su protagonismo fue secundario. La cita con el Patrón de la localidad primó durante toda la jornada, especialmente por la mañana, momento del día en que se desarrollaron los actos más solemnes y costumbristas. Mientras que la iglesia fortificada registraba un lleno completo para seguir la homilía del obispo de la diócesis de Eivissa y Formentera, Agustín Cortés, una explanada de tierra cercana a Can Jurat sirvió de punto de encuentro y concentración de carros típicos con sus respectivas caballerías y pageses vestidos con el traje de fiesta procedentes de distintos puntos de la isla, que charlaron animadamente mientras daban cuenta de un improvisado aperitivo a base de licores, vermuts y orelletes.
Agustín Cortés, que en su sermón habló de la importancia de los valores dentro de la vida y la familia, y el compromiso de padres e hijos, calificó la festividad de Sant Jordi como «la fiesta del triunfo de la victoria» personificada en la figura del santo, «un mártir de la justicia y un soldado de la virtud que venció al mal, simbolizado en la figura del dragón».
Tras la misa, los actos solemnes se trasladaron al exterior. La procesión, que salió a trompicones, reunió al alcalde de Sant Josep, José Serra Escandell, la presidenta del Consell, Pilar Costa, la consellera de Cultura, Fanny Tur, y a componentes de la corporación municipal entre otras autoridades. El Grup Folklòric de Sant Jordi de ses Salines puso el toque musical con una espléndida actuación que estuvo precedida por un nutrido desfile de 28 carros típicos procedentes de toda la isla.