Ni es ya un cámping ni se llama «Cala Llonga». Ahora, como recalca una vecina, «ya no hay tiendas de campaña, sólo alquilan apartamentos». El pleno del Consell acordó el martes imponer a la empresa propietaria de esa instalación, Kirlex S. L., una sanción de 60.101 euros (10 millones de pesetas) por haber convertido un cámping de 400 plazas de primera categoría en un «desagradable», en «mal estado» y de «baja calidad» «complejo» (calificativos dados por los inspectores de Turisme del Consell) en el que en vez de tiendas de campaña hay inquilinos que se alojan donde antes había lavabos, almacenes o la antigua recepción, lugares acondicionados por los propietarios para poder ubicar en ellos 58 unidades de alojamiento.
Su aspecto actual es más parecido al de un acuartelamiento militar que al de un antiguo cámping turístico. En ese lugar pagan el alquiler numerosos inmigrantes con dificultades para encontrar vivienda, así como trabajadores de los hoteles cercanos de Cala Llonga.
El curioso reciclaje del cámping podría acabar con su precinto, según advirtió el martes el conseller insular de Turisme, Josep Marí Ribas, quien también recordó la responsabilidad municipal a la hora de controlar la construcción de anexos, ampliaciones o reformas interiores sin permisos. De momento, el Consell ha dejado al establecimiento sin la licencia que le permitía alojar huéspedes.