Miércoles diez de la mañana: un grupo de sesenta turistas españoles, italianos, británicos, alemanes y austriacos se hace a la mar en la embarcación 'Cala Saona' de la naviera Trasmapi en dirección al puerto de la Savina. Es la primera etapa de un viaje alrededor de la isla de Formentera que se va a prolongar durante varias horas y en el que va a haber tiempo para el baño, la diversión, la comida, la música, la siesta o la pura y simple contemplación de unos paisajes maravillosos, porque la vuelta a la pitiusa menor en barca es justamente una oportunidad única de ver la isla desde una perspectiva totalmente distinta a la habitual.
En el puerto de la Savina se suman cerca de una decena de excursionistas más que ponen rumbo al sudoeste hacia Cala Saona pasando junto a Punta Pedrera, la Punta de la Gavina con su torre de defensa, hasta llegar a la única cala existente en la zona de poniente de la isla. Ahí tiene lugar el primer chapuzón general ya que una veintena de aguerridos bañistas se lanzan al agua para disfrutar por primera vez de los turquesas que hacen inconfundible e irrepetible a la isla de Formentera. Tras el chapuzón, los expedicionarios toman un pequeño refrigerio consistente en zumo de naranja y una buena porción de ensaimada.
La travesía continúa y sigue hacia el sur pasando por los acantilados que desde Punta Rassa se van elevando y perdiendo vegetación hasta llegar al punto más al sur de las Balears, el faro de es Cap de Barbaria, que se erige imponente desde las alturas mientras los excursionistas intercambian saludos con pequeñas figuras, casi hormigas, que contemplan la embarcación desde las inmediaciones del faro.
A partir de ahí y tras rebasar la torre de defensa de es Cap, el 'Cala Saona' se dirige de forma oblicua hacia la playa de Migjorn, la más larga de Formentera, con casi siete kilómetros de finas y blancas arenas. Menos de una hora después de haber zarpado de Cala Saona la embarcación llega al punto más al este de la isla, el marcado por los impresionantes acantilados de la Mola con sus más de 100 metros de altura en su extremo sobre el que se levanta el faro. A partir de ahí la barca contornea la Mola primero hacia el norte y luego hacia el este hasta llegar a las inmediaciones de es Caló, entre el Racó de sa Pujada y las casetas varadero de es Pou des Verro. Es hora de otro chapuzón y degustación de cocas de pimiento, de cebolla, panades y todo tipo de hojaldres rellenos de sobrasada, pescado, jamón y queso, tartaletas y un completo surtido regado por agua, zumo o sangría a voluntad del cliente.
Hacia las dos y media el 'Cala Saona' reemprende la marcha, bordeando ses Platgetes, es Carnatge y Cala en Baster en dirección hacia Punta Prima, para pasar a contemplar Es Pujols, el núcleo turístico por excelencia de la isla, antes de remontar la playa de Llevant y anclar de nuevo a la altura de es Trocadors. Nuevo baño aderezado esta vez con la misión de rescatar del fondo del mar las botellas de cava que Jordi, el capitán, lanza al agua. Es el momento de finalizar la vuelta a Formentera. El 'Cala Saona' zarpa rumbo a es Freus bordeando s'Espalmador y pasando a escasos metros del faro de la Illa dels Porcs para dirigirse hacia la playa de s 'Alga, sorteando los innumerables barcos fondeados hasta llegar al puerto de la Savina a las cuatro de la tarde. En total cinco horas y media: dos y media de navegación y las restantes empleadas en las paradas para baños y comidas.