Antich se aplicó para su último discurso de la legislatura. Fue una intervención concreta y simple, sin la habitual relación de logros del Govern. El discurso que ayer pronunció Antich lo hubiese firmado cualquier político progresista. Pasó de puntillas sobre el problema de la inmigración para no herir a Munar y dejar satisfecho a Grosske. Y planteó un pacto de calidad turística cuando la legislatura está a punto de acabar. Un pacto de imposible cumplimiento porque los hoteleros no lo aceptarán nunca. En cualquier caso, Antich ya no habla de utopías como en los anteriores discursos y sus planteamientos son mucho más pragmáticos.
El president del Govern ha pasado más de un mes preparando su discurso. O más tiempo. Las personas de su entorno aseguraban que el president estaba «totalmente centrado» en el debate de política autonómica. Debía estar tan concentrado que casi se lo sabía de memoria. Además, estaba todo tan planificado que los asesores de Antich sabían que su intervención duraría una hora y veinte minutos. Y así fue.
Eso sí, el president introdujo algunos cambios en el último momento. Por ejemplo, el president del Govern citó el atentado de Bali en su intervención oral y de las consecuencias que puede tener en el mercado turístico. En el discurso escrito no figuraba nada sobre la masacre vivida en la isla indonesia. La persona que redactó la intervención del president tampoco incluyó ninguna referencia a la «rara» postura del PP sobre el bilingüismo. Qué nadie lo busque en las fotocopias que el Govern entregó a los periodistas.
Fue un apunte del propio president durante el discurso, que causó efecto. En plena intervención del president del Govern, el diputado del PP Jaume Font acusó de mentiroso a Antich y fue amonestado por Maximilià Morales. La discusión entre Morales y Font continuó en los pasillos. Lo que a uno le reconforta es que tampoco el primer ciudadano de esta Comunitat se ha adaptado aún con los euros. Durante el discurso, el presidente del Govern utilizó más las pesetas que los euros.