«Esto es una vergüenza, una injusticia intolerable». Un sentimiento de impotencia dominaba ayer a los dos vecinos desalojados de Cases Barates que el lunes pasado tomaron la decisión de dormir en sus antiguos domicilios como protesta por su «vergonzosa» situación.
Unas 30 personas arropaban ayer a estos dos hombres, Juan Manuel Miranda y Juan José Peciña. Gritos contra Viajes Barceló, la constructora Seguri y el Ayuntamiento de Eivissa resaltaban entre el ruido de la cacerolada.
El 27 de enero de 2001 se derrumbó la parte trasera del edificio en el que vivían Miranda y Peciña, propiedad de Viajes Barceló y construido por Seguri. Por seguridad, los vecinos fueron desalojados y casi dos años después siguen esperando el juicio y que alguien les dé una solución. Ambos están pagando la letra de la casa que no pueden habitar y, además, el alquiler de la nueva vivienda.
«No entendemos qué clase de justicia ésta», decían ayer los dos, «por eso hemos decidido venir a dormir aquí, para protestar por una situación que es indignante. Lo contamos fuera de la isla y es que nadie se lo puede creer». Piensan que lo que pretende Viajes Barceló y Seguri es «cansarnos para que al final aceptemos cuatro duros que nos den y ya está, pero lo van a tener muy difícil, eso lo podemos asegurar».
En lo referente a las críticas hacia el Ayuntamiento de Eivissa, dicen que «para esta campaña política se han gastado muchos millones de pesetas y a nosotros lo único que nos han dado es vales para comprar comida y eso nosotros no lo necesitamos, lo que necesitamos es que el juicio empiece ya».
Aún no hay fecha establecida para celebrar la vista. Su abogado, dicen Miranda y Peciña, está intentando a toda costa acelerar los trámites previos al juicio, pero, a su entender, lo que están haciendo las dos empresas es «desgastarnos para que al final aceptemos cualquier cosa». Mientras, les toca seguir pagando por la casa que no tienen y por el alquiler de su nueva vivienda.