Danel Lorente es un bilbaíno de 27 años que este verano ha empezado a trabajar como animador. Hasta finales de octubre continuará con su labor en el hotel Mare Nostrum, en Platja d'en Bossa, junto a otro compañero, el catalán Jaume Bardají, quien a sus 28 años ya lleva cinco en esa empresa. Danel quiere ser actor y tiene experiencia trabajando con niños y en animación callejera, conocimientos que le están siendo muy útiles en un hotel que acoge a un turismo familiar; por su parte, Jaume sí realizó varios cursos en los que estudió idiomas, coreografías, animación de montaña e incluso algo de electricidad. Como ellos, son muchos los jóvenes que durante unos cuantos años deciden dedicarse a esta profesión; es difícil encontrar animadores que superen los 30 años porque se trata de un empleo que la mayoría afronta como una ocupación temporal. Pero hay excepciones.
Paco Àvila continúa en esta profesión después de 18 años en el Hotel Cala Blanca, situado en la playa d' es Figueral. Actualmente es director de animación de los seis hoteles que la cadena Invisa tiene en la isla. Granadino, en su ciudad había creado una cooperativa de animación sociocultural, pero a Eivissa llegó en 1986 con la intención de trabajar como jardinero.
«No tenía pensado ser animador, pero en el hotel se fue uno, empecé a sustituirle y así hasta ahora», recuerda. Define su profesión como «un modo de vida» y lamenta la falta de preparación que existe hoy día en este ámbito. «Antes estaban mejor formados y había más ilusión, pero ahora la mayoría vienen para salir de fiesta por Eivissa; es muy difícil encontrar buenos animadores», se queja. S.Y.