Sobrasada y bocadillos de jamón repartidos en un autobús aparcado en el Parque de la Paz. Podría ser una idea puesta en marcha por algún comerciante deseoso de ampliar su negocio, pero en realidad se trata del reconstituyente que los donantes recibían ayer al ofrecer sangre en la unidad móvil de la Fundació Banc de Sang que hasta el sábado recorrerá Eivissa: VLa única que da sobrasada y tortilla de patatas», dice orgullosa Anabel Berzosa, la doctora que está al frente de este puesto de extracciones, aunque el tradicional producto a base de huevo sólo se da en el puesto de la Cruz Roja porque con el calor se podría estropear. Una buena forma para ayudar al cuerpo a que recupere fuerzas después de sacarle 450 ml. de sangre, una importante cantidad si tenemos en cuenta que en total no tenemos más de cinco litros circulando por nuestras venas. Pero aunque muchos estaríamos dispuestos a hacer más de dos cosas en algún momento del día por echarnos a la boca tan alimento tentempié, lo cierto es que la donación obedece más a la concienciación que a la simple gula. Gente que tiene claro que de las reservas de esta sustancia sin la cual no podríamos existir depende la vida de muchas personas. Contribuir a esta importante causa no lleva más de diez minutos. Si nunca se ha hecho antes, basta con acercarse a la unidad móvil, en cuyo exterior hay una mesa donde rellenará un documento dando la autorización para que sus datos sean incluidos en un fichero y el permiso para hacer una donación altruista, voluntaria y responsable. Después, contestará a un cuestionario con preguntas para determinar si está en grado de someterse a la extracción. Además de no padecer ninguna enfermedad, es necesario pesar más de 50 kilogramos y tener una edad entre los 18 y 65 años.
Un pequeño pinchazo previo determinará el nivel de hemoglobina, indicador de la anemia, y si todo es correcto se pasa a una segunda entrevista: «Esta es la parta más importante y tienes que ir con mucha picardía a la hora de hacer las preguntas», explican Anabel y Mercedes, la encargada de introducir los datos en el ordenador. «Muchos donantes saben que no pueden donar sangre cuando están tomando medicamentos, pero el ansia de los más mayores por conseguir la medalla les lleva a ocultar algunos detalles», aseguran. Y es que la fundación condecora a aquellos que más veces han acudido a donar, meta que para algunos se convierte en toda una obsesión. De todas formas, se trata de un filtro previo, porque todas las muestras son sometidas a un minucioso análisis para detectar enfermedades contagiosas. Tumbado en una camilla, el donante se somete a la extracción. En cuestión de horas y con la ayuda del reconstituyente, además de grandes cantidades de agua, el cuerpo recuperará su cantidad normal de sangre. Y nuestra conciencia contará con grandes dosis de satisfacción. Hoy la unidad móvil seguirá en el Parque de La Paz, y mañana se instalará en Vara de Rey.
Iván Muñoz