«He conocido chicas que se pesan 90 veces al día; son esclavas de la báscula», dijo ayer Joana Castells, psicóloga clínica de la unidad de trastornos de conducta alimentaria del hospital Son Dureta, que abordó ayer cómo ha de afrontar la anorexia y bulimia en la primera sesión de las Jornadas de Salud Mental y Mujer que se celebran en el Consell, organizadas por la Sociedad Científica Médica Balear.
La especialista afirmó que adelgazar está considerado como un valor cultural y es una preocupación socialmente extendida pero puede llegar a ser una enfermedad. «La preocupación intensa por perder peso por encima de todo indica un trastorno alimentario», comentó. Aseguró, además, que «hay niñas que cubren los espejos de su casa para no verse». Los trastornos de conducta alimentaria afectan mayoritariamente a mujeres y es en la adolescencia donde se produce un mayor riesgo para contraer esta enfermedad en la que se deja de sentir hambre, saciedad e incluso el cansancio en su afán perfeccionista y «cuesta recuperarlos», subrayó. Entre las conductas que sufren, Castell subrayó, entre otras, que evitar comer acompañadas para no ser controladas, su obsesión por el peso, actividad exagerada y alterar la sensación de hambre bebiendo agua.
La anorexia y la bulimia son los trastornos alimentarios que tienen común que se intenta controlar lo que se come, aunque hay diferencias entre ambas ya que en la primera se mantiene el autocontrol sobre la comida, el peso es casa vez más bajo, renuncia a las relaciones sociales y su aspecto llama a la atención mientras que en la segunda hay un mal autocontrol, suele mantener un peso normal, es socialmente activa y tiene un aspecto normal.
Castells incidió, además, en el papel negativo que transmite la publicidad sobre el cuerpo de la mujer, sobre todo abdomen y piernas, comparándolas con barbies «pero yo les digo que tenemos una cebolla que es nuestro cuerpo y por muchas capas que les quitemos seguimos siendo una cebolla». En opinión de la experta, «lo que podemos hacer es potenciar los valores personales, el contenido antes que la caja que lo contiene», dijo.
Otra de las ponencias de ayer, impartida por la psicóloga Patricia Rozas de la Asociación contra el Cáncer, explicó las repercusiones psicológicas y el abordaje terapéutico del cáncer de mama. Rozas incidió en la necesidad de que las afectadas tengan apoyo social y también se refirió al miedo a las recaídas. «Los cinco primeros años suelen ser macahacantes», dijo. «Una recaída no supone que no se puede luchar contra el cáncer», advirtió.