«A la víctima le cuesta sangre, sudor y lágrimas reconocer que es maltratada. Sienten vergüenza y culpabilidad», dijo ayer Isabel Llinàs, directora del Institut Balear de la Dona, que participó ayer en las Jornadas sobre Salud Mental y Mental organizadas con motivo del Día contra la Violencia de Género que se celebra el día 25.
La jornada de ayer se centró en la violencia contra las mujeres desde un enfoque multidisciplinar en el que participaron diversos profesionales, como el caso de Julio Izquierdo, médico psicoterapeuta, que aseguró que el consumo de drogas «es un factor de riesgo», pero se han de dar otros factores. «Aunque se pueda conseguir la abstinencia no se soluciona el problema y la violencia puede seguir», dijo. También precisó que el consumo de alcohol no está unido al agresor, sino también a la víctima ya que hay estudios en los que «casi la mitad de las víctimas señalan que los dos estaban bebiendo cuando se produjo la agresión».
Otra de las ponentes fue la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Palma, Marta Iglesias, que reconoció que hay una «sobrecarga del trabajo y no damos abasto». En los cuatro meses que lleva en funcionamiento este juzgado se han visto 900 casos.
Otra de las cuestiones que se trató fue la reinserción de los maltratadores. «En Palma existe un programa y van poco, pero para tener beneficios penitenciarios», dijo la abogada del Institut Balear de la Dona, Isabel Iglesias. «Una de las dificultades de los agresores es que reconozcan que infringen un daño a otra persona. Tiene que reconocer un problema, que son los provocadores del daño», insistió Llinàs. La directora aseguró que «se ponen recursos para las mujeres, pero no trabajamos con los maltratadores. No pienso gastar un duro en esto», dijo.
En Eivissa, la Oficina de la Dona lleva un programa de tratamiento a agresores en el que uno de los problemas «es que ellos lo reconozcan». Para Llinàs, «no son enfermos, la violencia no nace con ellos, la aprenden». En este sentido, el psiquiatra Miguel Lázaro dijo que «la violencia de género es un problema de los hombres y un problema para las mujeres». Tras denunciar ocurre que muchas mujeres retiran la denuncia y piden que dejen en libertad a su pareja. Un hecho que justifica Llinàs «por la dependencia emocional» entre víctima y agresor, «por eso necesitan tratamiento psicológico».