Eran entre las doce del mediodía y la una de la tarde del domingo, día 26 del pasado mes de noviembre, unas 20 horas antes de que se ejecutara la «operación Voramar». El todavía alcalde de Andratx, Eugenio Hidalgo, se encontraba en su despacho del Ajuntament y recibió una llamada telefónica al móvil. Era su esposa que le preguntó «¿dónde estás?», a lo que Hidalgo respondió «estoy aquí, en el ayuntamiento, haciendo limpieza». Esta llamada es una de las muchas que han sido grabadas por la Guardia Civil durante las investigaciones con la preceptiva autorización judicial y que, aunque en si misma quizás no sea un elemento probatorio, sí que da a entender a las claras, y refuerza más el hecho de que la «operación Voramar» no fue más que una «sorpresa» anunciada, como se informó en estas páginas el pasado uno de diciembre. Personas próximas al Ajuntament d' Andratx ya comentaron a este periódico que no era habitual que Hidalgo apareciera los domingos por su despacho y, mucho menos, que se dedicara a hacer limpieza, del verbo limpiar y en el más puro y estricto sentido de la palabra.
Una vez que se ha levantado el secreto de sumario se van conociendo detalles más concretos, entre ellos de las conversaciones telefónicas mantenidas por algunos de los implicados. Por ejemplo, el sábado, dos días antes del inicio de la operación, y el mismo día en el que Hidalgo se reunió por la mañana con José María Rodríguez en la cafetería del Hotel Victoria, en Palma, y por la tarde con Jaume Matas y Rodríguez en el Consolat de la Mar, se han registrado varias llamadas telefónicas entre Hidalgo y Rodríguez. En las mismas se utilizan frases cortas, se dice que «tenemos que vernos» o «es importante que hablemos», sin dar detalles y concertando una cita, lo que hace pensar a los investigadores de que ya eran plenamente conscientes de que podía haber teléfonos pinchados, y de que «lo que iba a ocurrir» la mañana del lunes era más importante de lo que en principio ellos habían pensado. De hecho, en la información que se publicó el uno de diciembre en estas páginas ya se dijo que altos cargos del PP podían tener sus teléfonos intervenidos, pero el secretario general del PP en Balears no pensó que el suyo podía estarlo, aunque sí que era previsible que lo estuviera el de Eugenio Hidalgo.
Volviendo a la «limpieza» de Hidalgo en el Ajuntament de Andratx, como consecuencia de la misma el jueves, 30 de noviembre, se produjo un pequeño incidente. Dos miembros de la Policía Judicial de la Guardia Civil se encontraban revisando un contenedor en busca de los documentos que se habían tirado cuando se les acercó un policía local. El agente les transmitió que, de parte del alcalde, Jaume Porsell, necesitaban una orden de registro para llevar a cabo estas diligencias. Los guardia civiles le indicaron que no necesitaban ninguna orden para buscar papeles en un contenedor que estaba en la calle. Después se pusieron en contacto con el juez, que les entregó un auto que les autorizaba a entrar en el ayuntamiento, y añadía que los policías locales se pusieran a disposición de la Policía Judicial en caso de ser requeridos.