Jovens per la mar es un programa cultural-medioambiental en el que se embarcarán los alumnos de 3º de la ESO de las Pitiüses, así como la Escuela de Adultos, que se incorpora este año a la iniciativa y cuyos alumnos fueron los encargados de inaugurar ayer las jornadas.
El escenario de la aventura serán dos viejas glorias de la navegación que llevan impregnadas en sus velas miles de historias. La primera de ellas es el «Tho-pa-ga», realizada en 1924 en Àguilas (Murcia) y la segunda es «Cala Millor», del año 42 en Mallorca. Con ellas, los jóvenes marineros surcarán durante un día las playas de Eivissa al tiempo que adquieren nociones de patrimonio marítimo, carpintería, navegación o, incluso, electrónica, para lo que contarán con más de cinco educadores especializados en cada materia.
«Saliendo desde el puerto un guía turístico les contará la historia de las murallas de Eivissa. De camino se les explicará la función tradicional de los faros antiguos como, por ejemplo, el de Botafoc, la isla dels Penjats o el faro d'en Pou, así como de la importancia de las praderas de posidonia, patrimonio de la humanidad, y las características de los barcos en los que viajan», explicó Pere Vilàs, directivo del Club Náutico de Eivissa y encargado del programa.
Por otra parte, los jóvenes también adquirirán nociones sobre nudos marineros y bajarán a tierra en S'Espalmador donde se les explicará el sistema dunar y donde realizarán un bonito recorrido hasta su torre para conocer su sistema de defensa de estas construcciones.
En total se realizarán 20 salidas entre febrero y marzo, adelantándose al calendario habitual, ya que este año está previsto que ambos barcos viajen a Valencia para transportar personalidades desde el puerto hasta el campo de regatas, durante la celebración de la Copa América.
Esta iniciativa parte del Club Náutico de Eivissa en colaboración con el Consell Insular y los Ayuntamientos de las Pitiüses y, en su sexta edición, lleva tras sus espaldas las experiencias de alrededor de 3.824 alumnos.
Una realidad que ha sido posible gracias a Gerarld Delgado y Nicole Legler, dos amantes del mar que con gran esfuerzo físico, económico y mental hicieron que unos barcos que estaban retirados en el varadero volvieran a surcar las aguas del Mediterráneo, una dedicación que ambos esperan ver recompensada por las instituciones. «Conservarlos es un deber que tienen, porque estos barcos no son una propiedad privada sino un patrimonio de todos», aseguró Gerarld Delgado que, junto a Nicole, es el único propietario de todo el Mediterráneo que tienen dos barcos de madera con los certificados que les permiten trabajar en todo el mundo.
Irene Luján