Alas 09'45 ya había gente en la puerta esperando a que abriéramos», cuenta Aída, dependienta de la tienda Pull & Bear. Esta característica también se repitió en Stradivarius, donde según cuenta Lola, la segunda encargada, fue una mañana de locura. Un hecho que también influyó en la constante afluencia de gente fueron las nubes, presentes durante mañana y tarde. «Al principio había poca gente, pero a media mañana se ha animado bastante porque el turista no ha podido ir a la playa, y la gente de aquí también sale a comprar si tiene libre», afirma Javier Jimeno, dueño de la tienda Intimissimi. A pesar del bochorno que estuvo presente durante todo el día de ayer, multitud de personas se lanzaron a las calles en busca de los precios más baratos. En este sentido, uno de los lugares más transitados fue la calle Bartolomé Roselló, donde se concentran un buen número de franquicias. «No hemos parado de recibir clientes desde que hemos abierto a las 10 horas», explica Isabel, trabajadora de la tienda de complementos Claire's.
Vaqueros, camisetas, vestidos y bikinis han sido algunos de los artículos más demandados por los clientes de las diferentes tiendas más transitadas de Vila. Una de las imágenes más frecuentes que se pudieron ver durante todo el día de ayer fueron las kilométricas colas que había para pagar y para entrar a los probadores. «A primera hora de la mañana la cola para pagar llegaba hasta el final de la tienda, esto es, hasta los probadores», afirma Aída. Y añade: «Sobre las 14'30 el ambiente está más calmado, pero a partir de las 17 horas se vuelve a animar».
Los consumidores, sin embargo, si bien estaban cansados y acalorados por la espera y el bochorno se mostraban animados. Asimismo eran frecuentes los comentarios de los clientes que hablaban sobre determinadas prendas que estaban a punto de adquirir.
María José Real
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