Aina Gómez es una joven mallorquina que pronto finalizará sus estudios de dirección cinematográfica en el CECC de Barcelona. Al contrario que muchos otros jóvenes estudiantes, este verano no se ha dedicado a descansar, a viajar o a salir de fiesta. Ha estado preparando durante todo este año el proyecto que finalmente le llevó a ella y a su compañera de rodaje, Paloma hasta Ghana. A finales de julio se desplazó hasta Otrokper, donde se encuentra el orfanato alrededor del cual gira su documental.
-¿Cómo surgió la idea de rodar en Ghana?
-La idea de rodar este documental se empezó a gestar hace un año, cuando mi prima y su novio volvieron de aquel país. Ellos habían pasado un tiempo allí intentando ayudar en la medida de lo posible con lo que habían ahorrado en Balears. La fuerza de las fotos que me enseñaron a su regreso y las ganas de explorar cinematográficamente la identidad de unos niños que viven tan aislados de su propio pueblo me trajo hasta aquí.
-¿De qué manera se ha preparado durante este año para ir a Ghana?
-Nos hemos estado preparando de manera independiente y también hemos colaborado con la ONG Ghana una sonrisa, que ha crecido hasta el punto de que hoy en día cuenta con un médico y un arquitecto.
-¿Ha cambiado su percepción de la situación de estos niños desde tu llegada a Ghana?
- Sí, por supuesto. Yo venía con la idea de que estos niños eran abandonados por sus padres porque tenían sida. Sin embargo, al llegar aquí he descubierto que la mayoría de estos niños han perdido a sus padres debido a esta enfermedad. Al haber seguridad social, si a un niño se le detecta la enfermedad hay que tratarle. Por eso a muchos de ellos ni siquiera les hacen pruebas.
- ¿Cómo cambia su situación una vez están en el orfanato?
- Muy pocos tienen posibilidad de ser acogidos por una familia a largo plazo. Algunos son acogidos temporalmente por alguien del pueblo, cosa que ocurre en contadas ocasiones, o por un familiar, que se los lleva durante un fin de semana. Pero al regresar al orfanato, esto les ha creado más ansiedad que felicidad. En el orfanato tienen un entorno agradable, con acceso a educación, agua potable y electricidad. Desde la fundación se está haciendo un esfuerzo especial por mejorar la calidad de la educación primaria.
- ¿A quiénes está entrevistando para incluir en su documental?
- Estoy entrevistando sobre todo a la directora del orfanato, que es un personaje muy muy muy carismático. Y también a algunos niños, sobre todo los más mayores, porque aunque la lengua oficial de Ghana es el inglés muy pocos de ellos lo hablan. Pero los niños, precisamente, fueron un problema, al principio...
- ¿A qué te refieres?
- Muchos de ellos nunca habían visto un blanco en su vida. A Paloma y a mí nos llamaban Obruni o Blafono, que significa blanco. Algunos de ellos nos tenían pánico porque ni siquiera sabían de nuestra existencia. También les asustaba el equipo técnico y la cámara fotográfica, porque muchos de ellos nunca habían visto la televisión.
- ¿Cómo ha cambiado esta relación entre ellos y vosotras?
- Ahora incluso tengo nombre ghanés, ya no me llaman Obruni. Me han bautizado como Nuako Afi Cofi, Cofi, como la directora del orfanato, que nos considera hijos suyos. Fue una ceremonia muy emotiva, las niñas bailaron, los niños tocaron los tambores y los mayores cantaron...hasta que se puso a llover a cántaros.
Laura Tur