A partir de ahora os daréis cuenta de las limitaciones que tiene la gente discapacitada que se mueve en silla de ruedas. Para ellos es muy complicado hacer vida normal como, por ejemplo, ir a comprar el pan o incluso acceder a los baños públicos», afirmó ayer Santiago Salgado, experto en temas de accesibilidad y turismo del grupo Polibea, que ayer impartió el primer curso de formación en turismo accesible y accesibilidad universal al acabar la parte práctica del curso, que se centró en un pequeño recorrido por Dalt Vila en silla de ruedas y con los ojos tapados.
Esta iniciativa, impulsada por el Ayuntamiento de Eivissa mediante el Pla d'Excel·lència Turística en colaboración con el Col·legi d'Arquitectes de Balears, mostró durante todo el día de ayer las dificultades que encuentran las personas discapacitadas en la vida diaria, por ejemplo, escaleras o agujeros en el suelo. «Es la primera vez que me subo en una silla de ruedas. Me estoy sintiendo un poco desvalido y dependiente; si tuviera que emprender una bajada solo, sin acompañante, me daría un poco de miedo, la verdad», afirmó Carlos Sáenz, un arquitecto que participó ayer en esta jornada de formación. «Viviendo situaciones como estas en primera persona te das cuenta de lo difícil que para este colectivo hacer vida normal; en las zonas urbanas es peor porque hay muy pocos establecimientos adaptados para las personas discapacitadas», afirmó Toni Marí, encargado de un establecimiento turístico.
Vicent Ferrer, concejal de Turismo y Comercio, también paseó en silla de ruedas: «Ambas situaciones [no tener visión y no tener movilidad] son complicadas, pero creo que estar ciego es peor porque no tienes la capacidad de situarte en el espacio». Ferrer destacó que los esfuerzos del consistorio se centran en aumentar la accesibilidad para las personas discapacitadas: «Sabemos que hay sitios en la ciudad que son de acceso complicado. Por ello hemos elaborado un plan de accesibilidad para proponer soluciones». l María José Real