Cuando con 10 años dije que quería ser sacerdote, mi familia pensó que era broma. Cumplí los 18 años en el seminario de Valencia», explica Daniel Martín, un joven de 19 años de Sant Antoni que en la actualidad estudia segundo curso de Teología en un seminario de Valencia. «No me considero nada atípico porque he vivido y vivo como creo que le toca a alguien de mi edad, con la particularidad de que ser cristiano tiene unas consecuencias no sólo como futuro sacerdote sino como providente cristiano», explica el joven.
Daniel reconoce que extraña mucho a la isla y a su familia: «Ellos vienen de vez en cuando y yo también vengo a verlos. Echo mucho de menos Eivissa. Es curioso porque cuando realmente aprecias algo es cuando ya no lo tienes, y es lo que me ha pasado con la isla». El día a día de este joven empieza muy pronto: «A las 07'15 horas me levanto, me ducho, hacemos el rezo de laudes, a las 09'00 horas tenemos la primera clase. Ya a las 13'30 horas tenemos misa, comemos y tenemos la tarde libre. A partir de las 20'30 horas tenemos el rezo de vísperas; vemos la televisión y nos vamos a dormir». Y añade: «Los fines de semana me voy a una parroquia cercana, a Torrente, la de Sant Josep, estoy allí con los catequistas y con el párroco; la verdad es que no tengo tiempo para aburrirme».
La valoración que Daniel hace de estos dos años de estudios es muy positiva: «Al principio echaba mucho de menos mi casa, pero la verdad es que no me ha ido nada mal; es como una carrera más, como quien siente la vocación de ser abogado o periodista con la particularidad de que quien decide ser cura es cura las 24 horas del día, es un servicio, no hace horario de oficina, como muchas de las profesiones».
Tras estos dos años de filosofía estudiará tres más de teología y dos de especialización. Sobre si la gente joven tiene fe en Dios, Daniel opina: «Sí que hay mucha fe. El problema es que el mensaje de la Iglesia a veces se pierde por el camino, pero sí que hay mucha fe; lo creo sinceramente». l María José Real