Patatas, tomates, berenjenas, zanahorias, calabacines, cebollas, remolachas, calabazas son algunos de las verduras y hortalizas que se cultivan en Eivissa, e incluso se pueden encontrar huevos producidos aquí. ¿Alguna diferencia de éstos con los que encuentra el consumidor en el supermercado? A primera vista parece que nada les distingue en cuanto a color, tamaño o aspecto, pero sí hay algo que los diferencia de forma destacada: su sabor y que son más saludables, son productos ecológicos.
En Eivissa, a pesar de que la agricultura es abundante, tan sólo unas pocas fincas tienen una producción ecológica o natural. Una de las más antiguas es la que perteneció a la familia de Guillermo Ferrer: «Esta tierra nunca a estado contaminada con pesticidas ni productos químicos», explica. Este fotógrafo ibicenco recuperó la finca conocida como Sa Torre d'es Xebel·lins, declarada bien de interés cultural, y desde hace 25 años la ha convertido en una finca ecológica. «Todo lo que producimos es de temporada y tenemos desde frutales, incluida una higuera de 125 años, hasta verduras y hortalizas», comenta Guillermo. Su producción está certificada por el Consell Balear de Producciò Agrària Ecològia para lo que hay unos controles de calidad muy rigurosos.
Para Guillermo la actividad de productor ecológico es «un afición o una pasión» y su objetivo «no era otro que crear todo un ecosistema en su finca. No quería solo un huerto sino que hemos conseguido un oasis de vida», matizó Guillermo. Para él es muy importante acabar con el mito de «que los productos ecológicos son pequeños, sólo tienes que ver esta calabaza», explica mientras sostenía una calabaza gigante. Destaca «la falta de campañas para que se cosuman este tipo de alimentos que son saludables y que respetan el medio ambiente», comenta.
Para que las producciones agrarias no agoten la tierra existe un sistema de rotación de cultivos. Además, en los cultivos biológicos no se dan plagas. «Al haber un equilibrio en el ecosistema, la propia naturaleza hace que no haya plagas, unos animales se comen a otros. Lo único que tratamos son los hongos con bacterias naturales que están en el ambiente», explicó Toni Riera. Este joven ibicenco se dedica a la producción ecológica desde hace cuatro años, su finca Can Parades, tiene alrededor de una hectárea y media cultivada. En ella además de hortalizas y verduras, siempre de temporada, también produce huevos eco también certificados por la CPAE. «La gallinas comen pienso ecológico y tengo en la finca alrededor de unos 200 ejemplares», explica. Se trata de un trabajo muy duro y que «tiene muchísima mano de obra, ya que lo hace todo uno mismo», comenta en referencia a que estos productos pueden parecer más caros que los convencionales.
Cada semana pasan por su finca unas 80 personas, «por lo que estamos alimentado a unas 80 familias que compran ecológico, la mayor parte de mis clientes son locales de los pueblos cercanos a San Miquel», explicó Toni Riera. Por otro lado en la finca de Guillermo Ferrer, «la mayoría de clientes son extranjeros que residen aquí. Aquí no están muy concienciados y creen que tienen cultivos naturales pero no es así. Lo local no tienen por que ser ecológico», explica Guillermo en este sentido.
La producción ecológica es alternativa agraria que impulsa la producción y el consumo local, que protege y cuida el medio ambiente y que ofrece productos que son muy beneficiosos para la salud. La mayoría de las iniciativas son privadas y surgen de personas preocupadas por una alimentación sana y en definitiva comprometida con el medio ambiente. Natalia Salazar