La asociación humanitaria Ibiza al desarrollo cumplió a principios del pasado mes de febrero siete años desde que se constituyera gracias a la implicación personal y al esfuerzo de su presidente, Julio Baleisan. La agrupación financia pequeños proyectos concretos en la región de Potosí, en Bolivia, y en una zona de Angola. Mañana organizan la primera torrada solidaria del año en el merendero de Sant Carles para recaudar fondos que irán destinados a ampliar un comedor en su proyecto en Sudamérica.
-La asociación ha cumplido el mes pasado siete años. ¿Cómo nació?
-Surgió gracias a un amigo, que es misionero y que se iba a Angola, en concreto a la zona de Lubango. Después me escribió para contarme en lo que estaba trabajando y de ahí surgió el primer proyecto. Consistió en reparar un internado que tenían. Nosotros nos comprometimos a pintarlo, arreglar las puertas y comprarles los colchones y las camas. Nos juntamos cuatro amigos y organizamos una torrada y de ahí sacamos unos 1.600 euros. Con ese dinero compraron todo lo que necesitaban.
-¿Ha crecido mucho la asociación desde entonces?
-Ahora somos 120 socios y también 23 empresas colaboran con nosotros que pagan 20 euros al año y éstas empresas colaboran con unos 60 euros. Estamos trabajando en la elaboración de la revista del año 2008 donde publicamos todos los proyectos que hemos hecho y también las cuentas. Yo tengo una empresa de instalaciones electricidad y fontanería y muchos de mis clientes colaboran con la asociación. Con una pequeña colaboración que hacemos los de aquí, ellos tienen unas perspectivas de futuro.
-¿En qué consiste el actual proyecto para el que queréis recaudar dinero?
_Este año 2009 ampliaremos el comedor del que se beneficiarán 50 niños. Continuaremos comprándoles útiles escolares y organizándoles su fiesta de Navidad para 150 niños. Además, planeamos dar una beca de estudios al niño o niña que destaque por sus notas.
-Habéis estado en Bolivia hace poco. ¿Cómo fue el viaje?
-Fue a finales de diciembre del año pasado. Fuimos a Bolivia para verificar si nuestro esfuerzo vale la pena. Visitamos al padre Eloy en Potosi, una ciudad a 4.000 metros de altura. La mayor riqueza de esta ciudad fue en su tiempo su mina de plata, pero ahora sólo quedan los rescoldos de pequeñas virutas de plata que se sacan artesanalmente con un martillo y cincel. El recibimiento que tuvimos fue increíble, una gratificación tan grande. Sentimos lo agradecidos que son estos niños y estas madres por la labor que realizamos en esta pequeña isla, tan lejos de ellos. Cuando estuvimos allí nos dieron una lección de humildad y te das cuenta de que con muy poco dinero ellos hacen mucho.
-¿Y cómo van los proyectos que tenéis en Angola?
-Seguimos con nuestros proyectos allí. Apoyamos un proyecto de apicultura en cuatro pueblos cerca de Lubango. Todos los trabajos de madera se han realizado en nuestra carpintería, que montamos el año pasado. Además, ayudamos a comprar las semillas para un grupo de mujeres sin recursos.