Los protagonistas indiscutibles de ayer, día de Sant Josep, fueron todos aquellos que se llaman igual que el santo. Los que recibieron el doble de felicitaciones fueron aquellos que además son padres. El Grup Folklòric del municipio tiene entre sus miembros a un Josep, en concreto Josep Marí Ribas, que tiene 15 años y que es de la colla desde hace nueve. Él es del pueblo y, según asegura, «es un nombre muy común». Ayer recibió felicitaciones y también tuvo que darlas, ya que comparte con su padre el nombre.
Al concluir la misa de Sant Josep, oficiada por el obispo Juan Vicente Segura, lo que otorga siempre algo más de duración al acto religioso, la plaza de la iglesia estaba tan llena que apenas cabía nadie más. A pesar de parecer abarrotada, algún comentario iba en la dirección contraria sosteniendo que en años anteriores «había acudido mucha más gente». Algunos incluso aguardaban la salida en procesión al otro lado de la calle, quizá fuera paraprotegerse del calor, ya que en la acera de enfrente reinaba una refrescante sombra. Una a una fueron saliendo las imágenes de los santos portadas por los vecinos del pueblo. La procesión recorrió de arriba a bajo la calle principal en un paseo que duró apenas unos diez minutos. Al paso de las imágenes, un grupo de vecinos intentaban averiguar de que santo se trataba. «Mira, ése es Sant Antoni y ésa es la Virgen del Carmen», comentaban. Una de las figuras más pequeñas era portada por cuatro niños vestidos de payeses. «Mira que bonitos van vestidos los niños», le decía una vecina a otra, a la vez que intentaba sortear las cabezas que tenía delante y que no le dejaban ver bien. El último en salir fue Sant Josep, adornado para la ocasión con grandes lirios. A su paso entre los asistentes arrancó más de un sonoro aplauso. A las imágenes de los santos les acompañaba la comitiva religiosa, políticos y demás autoridades públicas, entre los que se encontraba el presidente del Consell d'Eivissa, Xico Tarrés, y el alcalde de la localidad, Josep Marí Ribas, que también fue felicitado por ser su santo. Los últimos fueron los miembros del Grup Folklòric de Sant Josep de sa Talaia quienes al concluir la procesión deleitaron a la multitud asistente con una muestra de ball pagès. Mientras ellos bailaban en el centro de la plaza de la iglesia fueron saliendo bandejas llenas de las tradicionales orelletes. Los encargados de repartirlas apenas recorrían dos pasos y ya daban media vuelta para cargar de nuevo las bandejas. Además de ese dulce anisado también se repartieron trozos de flaó. Para concluir la fiesta se pudieron ver tres caballos menorquines realizando sus mejores pasos.