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Miedo a la privatización

Un centenar de trabajadores de AENA protagonizan un paro de una hora para exigir ser escuchados en los cambios en el ente

Un momento de la marcha de ayer. FOTO: MARCO TORRES

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Alrededor de un centenar de trabajadores de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) en Eivissa cesaron en su actividad ayer, entre las 09'00 y las 10'00 horas, siguiendo la convocatoria en toda España realizada por los sindicatos USO, UGT y CCOO para protestar porque el Gobierno ha tomado la decisión de fragmentar y privatizar parcialmente la entidad. El paro fue acompañado de una concentración en el área de salidas de es Codolar y de una marcha por las inmediaciones de la instalación.

«Este proceso de reconversión del modelo aeroportuario se está llevando a cabo a espaldas de los trabajadores y lo que se pretende con esta movilización es la de llamar la atención de Fomento de que queremos que cualquier decisión que se tome se haga escuchando las dudas y las inquietudes que tenemos los trabajadores», explicó Viviana de Sants, secretaria general de USO y miembro del comité de AENA.

Normalidad en es Codolar

A pesar del importante seguimiento del paro (la plantilla total de AENA en Eivissa es de unas 220 personas), las operaciones en el aeropuerto no se vieron afectadas y se siguió funcionando con normalidad. «Se trata de un paro simbólico porque los elevados servicios mínimos impuestos impiden que se afecte a la operatividad», aseguró la sindicalista.

De Sants reiteró que no se descartan huelgas en verano si el Gobierno no responde a la petición de participación en el proceso de decisión y «garantías por escrito» de que la transformación en varias sociedades de capital mixto «no garantiza el empleo y que se mantenga el sistema aeroportuario en red». «Estamos hablando de un negocio muy jugoso en el que grandes empresas han puesto sus ojos y que, como en toda privatización, se buscará la máxima rentabilidad; y una de las formas de conseguirla es recortando en empleo y en calidad de los servicios», expresó De Sants, quien mostró su temor de que «esta línea, llevada al externo, puede suponer la desaparición de aeropuertos».

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