Benny y Margarita se conocieron hace cuatro años en la finca de Ellen Rueting. Allí empezaron su convivencia y desde entonces no se han separado. Acuden siempre que pueden, y su dueña les acompaña, a las fiestas patronales, participan en las jornadas de puertas abiertas de muchos centros escolares de la isla y son unos de los animales con presencia casi asegurada en los actos sociales de las cooperativas agrícolas.
Ellen cuenta que optó por tener la pareja porque estos animales sufren mucho cuando están solos: «Están acostumbrados a estar con el grupo. Aquí son felices porque están juntos. Son muy buenos animales de compañía: cariñosos, nobles y muy fuertes». El cariño que siente esta alemana por Benny y Margarita es tan grande que se está planteando crear una granja para asegurar la existencia de esta especie en la isla: «Llevan años en peligro de extinción en España y en la isla. Siempre he dicho que mi sueño es crear una granja para poder criar más burritos. La idea es buscar gente que comparta mi objetivo y con la que poder unir fuerzas para llevar adelante el proyecto».
A Benny y Margarita les gusta mucho estar rodeados de gente, sobre todo de niños: «No se asustan cuando 50 niños les tocan. Además, los niños aprenden con más seguridad y facilidad a montar a caballo montando en burro porque son más dóciles y no se asustan tanto». Concretamente, es Margarita la que mejor se lo pasa cuando los pequeños se suben a su lomo para pasear: «Benny también es dócil, pero no tanto como ella». Y añade: «Además, suelen generar mucha simpatía a su paso porque siempre que salgo con alguno de ellos a pasear y vamos por la carretera la gente me saluda y sonríe. Y lo más importante es que ante una situación extraña en la carretera no se asustan como los caballos sino que esperan a ver qué pasa; son muy prudentes». Si bien los burros se caracterizan por ser unos animales fuertes, también requieren muchos cuidados: «A pesar de lo que pueda parecer son unos animales muy delicados; no son juguetes». María José Real