Anabel Gozalbo, Lourdes Prats, Daniel Ribas, Vera Schöder y su profesora de Matemáticas Leo se dieron cita en el aeropuerto de Eivissa a las 05'00 horas para viajar a Bruselas. «Ninguno de nosotros hemos estado antes. A mí me apetece especialmente visitar las instituciones porque me gustaría estudiar Economía y tener alguna profesión vinculada a Europa», explicaba Daniel, mientras se le pegaban los bostezos del resto de sus compañeros. Este grupo de estudiantes de primer curso de bachillerato de Ciencias Sociales del instituto Sant Agustí se encuentra en Bruselas hasta el viernes para recibir el galardón Premis Europa per a Joves Estudiants que convoca cada año el Centre Balears Europa (CBE) para que los estudiantes de Balears amplíen sus conocimientos sobre la Unión Europea. Así, los temas de esta convocatoria fueron la diversidad cultural como fuente de creatividad, las estrategias de desarrollo basadas en la innovación y la creatividad y la importancia de la educación para generar sociedades creativas. «El trabajo que presentamos era un informativo de televisión de tres minutos en el que hablábamos sobre la generación de energía a través del ser humano mediante un invento muy divertido, una especie de succionador de energía cerebral y creatividad que más tarde se convertía en agua que a su vez se evaporaba y con ese vapor creaba electricidad», puntualiza Lourdes.
Una vez en Bruselas, la emoción puede al cansancio del viaje y el grupo de ibicencos sale de excursión por la ciudad en compañía de las estudiantes ganadoras de Mallorca y Menorca. La primera parada turística es la Grand Place, donde tanto los alumnos como los profesores acompañantes y la coordinadora de la visita, Catalina Morro, empiezan a hacer fotos de las majestuosas fachadas. Paso a paso, el olor a chocolate abre la gula a los grupos de adolescentes y a los que no lo son tanto, por lo que resulta inevitable probar un gofre bañado literalmente en este delicioso oro líquido, uno de los productos más conocidos junto con las más de 400 clases de cerveza que existen en el país. El paseo continúa hasta la estatua de Mannekenpis, una fuente en la que se puede ver a un niño de cinco años haciendo pipí: «Tiene más de 400 trajes que luce cuando alguien le visita o cuando hay alguna fiesta especial», cuenta la coordinadora del viaje. Y Dani puntualiza: «Sí, es verdad. Creo que hasta tiene uno de ballador». La locura por hacerse una foto con quizá la estatua más mítica de la ciudad se desata al tiempo que empieza a llover y algunos de los gofres caen al suelo por la emoción. En el otro extremo de esta plaza se encuentra la versión femenina, Jeannekepis: «Esta tapada con rejas para conservarla mejor», puntualiza Morro, mientras un camarero al saber que el grupo de estudiantes procedía de Balears exclama en español y francés: «¡Oh! Baleares es très jolie».
El recorrido turístico se completa con la visita del Palacio Real, el monumento a los soldados desconocidos que lucharon en la primera y la segunda Guerra Mundial, la catedral de San Miguel (la iglesia oficial del país, donde la familia real celebra bodas, bautizos, comuniones y entierros), el edificio de la Bolsa, el palacio de Bellas Artes , el hotel Metrópoli, que con más de 100 años es el más antiguo de la ciudad, y el Atomium, un edificio de 102 metros de alto con nueve esferas que cuenta con el ascensor más rápido del mundo, pues sólo tarda 20 segundos en llegar a la última esfera. «Lo que más me ha gustado es que la ciudad tiene muchos parques», explica Vera, mientras a Daniel le llama bastante la atención: «La mezcla de edificios antiguos con los modernos, como el Atomium. Además tienen las calles muy limpias y la gente es bastante educada y servicial». A Leo, la profesora que acompaña a los estudiantes de Eivissa, lo que más le gusta es «la Grand Place y sus alrededores. Tiene mucho encanto». Ya por la noche, a descansar, que hoy toca la visita a la Comisión Europea, al Parlamento y al CBE.
Enviada especial a Bruselas - María José Real