(Monchengladbach,1942). Diseñador, arquitecto y escenógrafo alemán reside en Eivissa desde 1972 donde se instaló con sus hijos. En sus primeros años llevó una vida de hippy del que conserva su gusto por la vida natural en su retiro en Sant Joan. Amante de la India, que visita cada año, se encuentra inmerso en la preparación del montaje de su versión ibicenca de la opera «La Bohemia». Mantiene su faceta de diseñador de ropa de encargo con su boutique Paula's.
-¿Por qué vino a Eivissa?
-Por causas familiares. Alguien me habló de Eivissa, cogí mis cosas y me vine, fue una fuga.
-Empezó enseguida a trabajar en la moda.
-Bueno, vine con la idea de seguir con la arquitectura. Mi primer cambio fue al buscar una vivienda y me encontré con una casa de campo en Sant Joan, sin electricidad, agua y con unas condiciones muy diferentes a las de Alemania. Se me abrieron un poco los ojos.
-A través de eso descubrió el mundo hippy.
-Si, exactamente. Vi que mis problemas personales eran los de la sociedad de aquellos tiempos y que todos sufrían del mismo trauma (risas). Uno es la mujer, otro es el trabajo, otro es la situación política que nos ha dado el impulso de venir. Me querían vender la boutique Paula´s pero yo no quería comprarla, me insistió tanto el precio que la compré.
-Fue uno de los pioneros de la moda Adlib, ¿Qué queda de ella ahora?
-La vida ha cambiado mucho en este tiempo. Antes había una base muy buena para el desarrollo de la creatividad, porque no tenías nada y todo funcionaba con el trato humano y de intercambio de productos, no de dinero. He descubierto mi propia creatividad. Hoy en día eso no es lo importante, sino el marketing y vender, la presión del dinero, las costes y la inversión que hayas hecho.
-Habrá gente que no le guste lo que está diciendo.
-Me da lo mismo pero es verdad y puede preguntárselo a cualquiera.
-¿Qué recuerda de Smilja Miljanovich?
-Muy bueno. Era un personaje increíble porque ella llegó como nosotros y nadie sabía si era princesa o no. Llegó con nada y de eso conoció a todo el mundo, a la gente que tiene dinero en la isla, a toda la aristocracia y a los personajes famosos. Me llevaba muy bien con ella, la traté como una compañera.
-¿Por qué todas sus óperas están dedicadas a Eivissa?
-Por que aquí en Eivissa no se conoce mucho la ópera, no había cultura de ópera. Cuando llegas con la Traviata o Rigoletto es más fácil que la gente se identifique con la situación. Además, como director de escena, puedes escribir un nuevo guión.
-¿Cómo ve ahora la isla?
-Vivo dos vidas. Sigo en una casa de campo, sin luz, ni agua, ni gas. Estoy muy bien. En Eivissa tengo una oficina y un showroom que es para los clientes de la boutique. No puedo tener el mismo estilo que en el campo.
-Su tienda de Eivissa tiene una decoración muy barroca.
-¡Claro! Lo mejor. La gente quiere lujo y eso es la moda. Si estás interesado en la moda no es para comprarte un jersey porque tienes frío sino tu vienes a buscar lujo, lo que te hace atractivo.
-¿No le produce una cierta esquizofrenia vivir en esos dos mundos?
-No. Si no vivimos en dos mundos, de qué vivimos. Si sólo vives en un mundo es muy aburrido.