«Mira, aquí fue cuando empezamos a pintar el vidrio», comenta Victoria García, mientras sostiene entre las manos una fotografía, visiblemente envejecida, de ella y de su pareja, Manuel Delgado. Ambos artesanos llevan algo más de 20 años desarrollando esta técnica de manera autodidacta. «Es un trabajo muy minucioso y que requiere mucha paciencia y precisión. Cuando nosotros empezamos en la isla, nadie más lo hacía y claro, fue un boom. Luego, a lo largo del tiempo, hemos tenido muchos imitadores pero nadie ha tenido la constancia para seguir. Te tiene que gustar mucho para aguantar tantos años», explica Manuel Delgado, levantando la vista tan sólo un segundo de la pieza que tiene entre manos.
Decoran todo tipo de objetos de vidrio, desde pantallas de lámparas, perfumeros, hasta pequeños ceniceros o portavelas. Incluso, realizan otros trabajos por encargo de mayor envergadura. «Uno de nuestros clientes se compró toda una balconada del Tíbet y nos encargó las vidrieras. Adaptamos el diseño a un estilo más oriental», comenta Delgado.
En uno de los antiguos caminos que llegan a la playa de Benirràs, se encuentra escondido entre una frondosa vegetación, el taller en el que trabajan desde hace años. Allí es donde encuentran la calma para poder realizar su trabajo: primero, el diseño sobre el vidrio, luego, el proceso de secado necesario para poder rellenar el dibujo con la pintura de color.
Artesanía hecha aquí
Tras 20 años de oficio, Manuel Delgado y Victoria García, están esperando la visita de la Conselleria de Comerç i Indústria para recibir la certificación de artesanos que han solicitado. «No sabemos cuando vendrán porque tenemos compañeros que han esperado más de una año», comenta Manuel Delgado. Con el carné de artesano local podrán, por ejemplo, participar en mercados como el Medieval, que hasta ahora tienen prohibida.
El problema para ellos es que hay mucha confusión con los mercados de artesanía. «En muchos de los mercadillos que dicen ser de artesanos, se venden piezas compradas fuera, por ejemplo en India, y esto hace mucho daño. Primero, porque se confunde al cliente y segundo, porque no se puede competir con esos precios», explican. Además, están las dificultades actuales para vender este tipo de productos. «Nosotros somos productores y artesanos locales y, la verdad, estamos muy desprotegidos», comentan con algo de preocupación.
En todo este tiempo, han participado en decenas de mercados de Eivissa, como Las Dalias o es Canar. Recientemente han estado en varios mercados itinerantes por el municipio de Santa Eulària organizados por la Asociación de Artesanía y Productos Locales de Eivissa (Apple). «No queremos ir contra nadie, pero queremos encontrar nuestro propio sitio como artesanos y productores. Ahora estamos volcados en hacer fuerza con un grupo para que se nos escuche», comenta Victoria García.
Para esta pareja está clara la diferencia entre una persona que hace artesanía y otra que no. «Un artesano no puede ir a vender todos los días, porque sino no tendría tiempo ni energía para realizar sus creaciones», afirman.