Se cumplían las nueve y cuarto de la noche cuando la prometedora banda londinense Bombay Bicycle Club tomó el escenario del Ibiza Rocks. Las malditas expectativas previas hicieron que esperara algo más de ellos. Su propuesta de pop-rock intimista no caldeó apenas el ambiente. Cumplió, pero no aumentó las pulsaciones, tal vez tampoco llegó a pretenderlo. En cualquier caso, los británicos ofrecieron un show correcto repleto de melodías agradables y alguna canción destacable como Always like this, con la que se despidieron del público ibicenco.
Tras una incómoda espera amenizada por el DJ de turno, apareció el trío escocés Biffy Clyro convertido en esta ocasión en cuarteto por las exigencias del directo. Sus componentes saltaron a escena desprovistos de camiseta y luciendo tatuajes, hecho más que habitual en ellos.
Abrieron, como no podía ser de otra manera, con That golden rule; una potente canción de su ultimo álbum que tiene verdadera vocación de clásico. Acto seguido acometieron con la espectacular intro de Living is a problem because everything dies y se confirmó la sensación general: Biffy Clyro nos iban a hacer prisioneros.
Tras esta firme declaración de intenciones la banda empezó a desgranar lo mejor de los cinco álbumes de estudio que hasta la fecha tienen en su haber. Obviamente haciendo especial hincapié en Only revolutions, su disco superventas del 2009.
Glitter and trauma, Bubbles, 9/15ths mantuvieron el nivel hasta que al líder de la banda, el desaliñado Simon Neil, le dio por jugarse el tipo subiéndose, guitarra y micro incluidos, a un lateral de la estructura del escenario. Todo esto ocurrió durante Who's gotta match, un probado himno que nunca falta en sus directos.
El público, compuesto en su mayoría por turistas británicos, experimentó un nuevo momento álgido con Mountains. Éxito que ha sonado hasta la saciedad el último año y que fue coreado al unísono por centenares de esforzadas gargantas la noche del martes.
El concierto finalizó con la preciosa Many of horror y con The captain.Ya no hubo tiempo para más. Los bises fueron innegociables; Biffy Clyro desaparecieron por el lado contrario por el que habían llegado habiendo ofrecido un concierto fresco y repleto de energía que dejó a casi todos satisfechos. Quizá la duración fue algo exigua. Las escasas 13 canciones que tocaron hicieron que muchos de los ahí presentes nos quedáramos con ganas de más. Mon the Biffy, como les gritan sus seguidores. (Vamos Biffy, en escocés) ¡Que vuelvan pronto!