Cada jueves, el grupo folclórico de Sant Miquel congrega en la plaza de la iglesia a unas 50 personas que se esfuerzan por inmortalizar en fotografías y vídeos los saltos y pasos que dan los integrantes del grupo de baile. No se trata de una demostración de ball pagès corriente, sino más bien, una sesión didáctica en tres idiomas: catalán, castellano e inglés. «Les vamos a mostrar cómo es esta danza tradicional», decía el miembro de la colla encargado de hacer las explicaciones. No es el primer año que se realiza esta actividad, que este año se ha perfeccionado y ampliado. Se explica el porqué de los diferentes vestidos, el sentido de las joyas y también los instrumentos elaborados artesanalmente. Además, la procedencia de los asistentes a este evento folclórico es de lo más variado. «Somos de Inglaterra y nos comentó un amigo que le había gustado mucho y por eso hemos venido», comentaban ayer Tony y Kate, antes de tomar asiento y disfrutar de la sesión.
Al mismo tiempo, en la plaza mayor del pueblo, una treintena de artesanos se dan cita en uno de los mercados que tiene como lema principal dar valor a la calidad en lugar de a la cantidad. «Por ello hay mucha variedad en lo que se ofrece. De lo que se trata es de que la visita al mercado sea una experiencia cultural», comentó Fedor, organizador de la cita. Mientras, el dúo formado por Nathalie y Yoav, ponían música a esta cita con el arte más artesanal, lo que hacía la tarde más agradable.
Fósiles, camisetas decoradas, miel, telares, cuadros, objetos de cerámica, dulces caseros, bisutería y joyas son algunas de las opciones que se pueden encontrar en este mercado que cumple 12 años. Algunos de los participantes llevan casi tanto tiempo como el mercadillo. «Tengo este puesto desde hace 10 años», explicaba Catalina Ramon, rodeada por cocas y dulces que ella misma elabora