Las Festes de Santa Maria vivieron la noche del jueves al viernes su día grande y como tal la algarabía se prolongó hasta las cuatro de la madrugada aproximadamente. Fue un día en el que hasta los más pequeños tuvieron su momento de protagonismo con los juegos organizados en el Jardí de ses Eres por el grupo teatral Espai Frumentaria y que posteriormente en la ballada popular a cargo de las colles de la isla, igualmente fueron los más pequeños los que demostraron que hay ball pagés para años, pues los infantes bailaron mucho y bien.
Pero tras una cosa tan enraizada en la cultura de la isla llegó algo típico y prácticamente circunscrito a Catalunya, els castellers, que consiste en levantar torres humanas, lo más complicadas posible sin que lleguen a caer tanto cuando se levantan como cuando se desmontan; y así sucedió tanto en los intentos de la Colla ses Talaies de Formentera como de los Castellers de la Vila de Gràcia que pese a que renunciaron a un castillo a poco de comenzar, en ningún caso hicieron 'llenya', no cayeron. Les colles, que se apoyaron las unas a las otras con más de 150 participantes, levantaron castillos denominados quatre de sis, tres de set o pilar de quatre entre otras figuras y que fueron muy aplaudidos por los espectadores que, eso sí, acudieron en menor medida que el día anterior.
Y ese es un aspecto que no pasa desapercibido, a medida que estas fiestas se catalanizan más y más, los formenterenses le van retirando poco a poco su apoyo y con independencia del color político, dejan de acudir a las mismas dejando la fiesta para los catalanistas convencidos, en especial formenterenses que viven, trabajan o estudian en Barcelona y quie regresan en verano, los propios correligionarios que se suman a la fiesta y los turistas a quienes lo único queles interesa es la fiesta.
La actuación de L'home des senallò con su Sermò Patètic nº2' fue el anticipo en sus críticas a las que harían posteriormente la comisión de fiestas ya que el actor y director de Espai Frumentaria recurrió a los tópicos típicos, los Borbones, la corrupción, la ampliación de los puertos y el asfaltado de los caminos, eso sí, al menos lo hizo con más gracia de la que desplegarían más tarde las dos mujeres que leyeron el pregón.
Pero entre uno y otro momento le tocaba el turno a la esperada actuación del conjunto barcelonés Els Amics de les Arts del que tan bien se habla y se le señala como los primeros del momento, pero lo cierto que se pasaron más rato hablando de sí mismos que cantando; contaron sus historias personales y como grupo pensando que sería interesante y gracioso aunque salvo a los adictos adeptos del grupo, a la mayoría les dejó indiferentes sus vaciladas entre la filosofía, la hermenéutica, la grosería y el pasotismo, hubo algunos espectadores que llegaron a bostezar aunque otros más flemáticos aseguraron al final que la música no estaba mal.