Una noche en las calles de la Vila basta para comprobar los problemas que se les presentan a los turistas cada vez que tienen que utilizar el transporte público o quieren coger un taxi. A determinadas horas, tanto de día como de noche, resulta toda una odisea conseguir subirse a un autobús o taxi. Durante la noche del miércoles al jueves en la estación de autobuses y las principales paradas de taxi para comprobar, de primera mano, la valoración de los turistas sobre su experiencia.
En la parada del autobús del puerto la gente esperaba desde las 11,00 sin saber que el Discobus no salía hasta las 12,30 de la noche. César, un chico de Córdoba, esperaba junto a sus amigos la llegada del primer autobús. Ante la espera decidieron ponerse a hacer botellón en la misma parada. «Llevamos una hora esperando. Pensamos tomarnos una copa más y, si no viene, cogeremos un taxi porque esto es desesperante. La información no está clara», explica César, en tono irónico.
Dando vueltas a un mapa se encontraban Giacomo, Niccoló y Emilio, tres amigos que desde Roma han elegido Eivissa para pasar sus vacaciones. Como les pasa a muchos jóvenes que vienen a la aventura a la isla no tienen dinero suficiente para alquilar un coche ni coger un taxi, de modo que no les queda otra opción que moverse mediante autobús. Giacomo, con un fluido español, cuenta su experiencia durante esa misma mañana. «El autobús que yo estaba esperando tardó una hora y cuarenta y cinco minutos; para mi sorpresa el conductor estaba medio borracho», asegura.
No todo son malas experiencias. Ese mismo día, Giacomo olvidó su chaqueta en uno de los coches, y al final del día, otro conductor se la devolvió. Pero era por la noche y los tres amigos no tenían ni idea de como llegar a Las Dalias. «Tenemos dudas de si estamos o no en el lugar adecuado, nadie nos dice nada; además en el horario sólo viene la hora de salida desde la ciudad en la que sale pero no pone cada cuanto pasa por los demás municipios y nosotros no sabemos cuanta distancia hay de un sitio a otro. Por lo que hemos podido comprobar, en Sant Antoni dan mejor información», añadió.
En la parada de taxi de Bartomeu Roselló, Bartolo es el encargado de controlar la zona. «Estoy aquí desde las doce de la noche hasta las tres de la madrugada, después de cuatro a ocho de la mañana controlo la parada de la salida de Pacha. Mi función consiste en evitar que la gente se cuele y que no se produzcan peleas», explica Bartolo. En Eivissa, los taxistas no tienen permitido coger gente en otro sitio que no sean las paradas establecidas para ello, pero es sabido, que en zonas como Platja d´en Bossa cogen a gente en cualquier lugar.
En cuanto a los taxis pirata hay muchos en las salidas de las discotecas y en las playas. Estos, para evitar problemas, nunca dan su teléfono particular.
Tanto en la parada de Isidor Macabich como en la del puerto varios chicos se encargan de orientar a los turistas sobre el servicio del Discobus. Stepan es uno de ellos y pasa toda la noche ayudando a los turistas. «Me gusta transmitir alegría para facilitarles el momento. Creo que el Ayuntamiento debería ayudar a la empresa en las cosas que le faltan para que el turismo se quede con una buena impresión y no lo contrario; una vez unos nos dijeron, ¡esto es la guerra! y aquí luchando con carros», comentó Stepan.
La batalla aún no ha terminado y mejorando podremos ganar la guerra.