Francesc Antich está convencido de que es incierta la imagen de que su Govern no haga nada, y asegura que nunca tuvo la tentación de disolver el Parlament. Antich reconoce que las elecciones de 2011 serán las últimas para él y que le gustaría volver a la política nacional.
-¿Qué falta por hacer esta legislatura?
-Muchas cosas, pero hay que seguir ejecutando el proyecto que comenzamos en 2007, especialmente el gran pacto por la competitividad. Esta es la gran hoja de ruta y hay que seguir aplicándola.
-Con muchas dificultades...
-Estamos en una legislatura muy singular para Balears y a nivel mundial. Se están produciendo unos cambios brutales para todos. Por eso tan importante es planificar el futuro como las inauguraciones que podamos presentar. Yo doy mucha importancia a que en estos momentos haya habido grandes acuerdos como la renovación de los hoteles o la reforma de la Platja de Palma. Sería un suicidio si no nos entendemos en nada. Hay temas de Estado que debemos afrontarlos todos juntos. En lo que resta de legislatura, hay que sumar energías por el bien de la ciudadanía. Se equivocará el que quiera confrontar por confrontar.
-Usted dijo en una conferencia que en esta legislatura se hacía una política más moderada, ¿cree que la política de la primera etapa del Pacte fue radical?
-La derecha ha actuado desde la realidad sin esperanza, y la izquierda muchas veces ha hecho política desde esperanza aunque sin realidad. Ha habido mucha utopía y se ha creado poco un proyecto de futuro. La realidad es tozuda. También creo que ha habido más madurez en la sociedad y en aquella conferencia ponía el ejemplo de que se han eliminado 1.500 hectáreas y no ha ocurrido nada. Si lo hubiésemos hecho la anterior legislatura, todavía escucharíamos las protestas de algunos.
-¿También ha sido más moderada la relación entre su Govern y el sector turístico?
-Se puede decir que estamos haciendo un favor a los hoteleros, (en relación a la ley de reforma hotelera que permite agilizar los trámites, por ejemplo, logrando una licencia de reforma que se consigue si la Administración no responde en dos meses) pero los hoteles son nuestras fábricas. En realidad hacemos un favor a la economía balear. La izquierda ha tenido un problema importante: ha querido controlar lo que la derecha podía destruir. Yo creo que la izquierda tiene que poner sobre la mesa su proyecto alternativo sobre la derecha. Es lo que hemos intentado hacer esta legislatura. La izquierda tiende a salvar el país con sus creencias, que son respetables, pero tiene que poder aplicarse sobre una realidad. Hay que hacer una política intermedia. No son tiempos de salvadores, son tiempo de equipos.
-¿No cree que en la política pesa demasiado la ideología y muchas veces falta pragmatismo para resolver los problemas?
-La ideología no sobra nunca, pero tiene que aterrizar sobre la realidad. Algunos dicen que tenemos que protegerlo todo y hacer un turismo fantástico, pero nosotros somos especialistas en turismo de masas y hemos de coseguir turismo de masas de calidad. No podemos pretender que todo sea hoteles de cinco estrellas porque se reirían de nosotros. Lo que hay que buscar es diversificar, y que los clientes sean mejores, pero en nuestra esfera. Por lo tanto, ideología toda pero con realidad. Para eso no nos podemos quedar en los despachos.
-¿Es partidario de eliminar plazas hoteleras?
-Estamos de acuerdo en eliminar plazas hoteleras, pero hay que diseñar cómo. No olvidemos que detrás de cada plaza hotelera hay puestos de trabajo. Y hay que dar esperanzas y soluciones a los trabajadores. Las instituciones no pueden cambiar el mundo en solitario.
-¿En algún momento de esta legislatura se le pasó por la cabeza firmar el decreto la disolución del Parlament?
-Firmar el decreto nunca se me pasó por la cabeza, pero ha habido momentos muy difíciles. La situación del Parlament era tan singular que siempre he pensado que no hacía ningún favor si convocaba elecciones. Pero ha habido momentos difíciles cuando han estallado casos de corrupción de la pasada legislatura y de ésta, y se superaban todos los límites posibles. Estas situaciones afectan a toda la clase política. Los partidos involucrados se ven más afectados, pero es perjudicial para la imagen de los partidos.
-¿Y cuándo se produjo el momento más crítico de la legislatura?
-Cuando yo dije que quería sentarme con todos los partidos. El momento era dramático. En el momento en que se detectaron casos de corrupción de esta legislatura, aparté a UM del gobierno, pero a nivel privado había conversaciones entre las fuerzas políticas. Todos sabíamos que había que actuar con responsabilidad. El PP y Bauzá lo han entendido. Lo más fácil para mí hubiese sido convocar elecciones. Además, en ese momento la situación del PSOE era mejor que ahora.
-¿Nunca se ha planteado en presentar una cuestión de confianza?
-No, tampoco, porque era seguir en la maraña política y no servía para nada. Aquí hacía falta una decisión radical, es decir, seguir con responsabilidad o que el PP me presentase una moción de censura.
-¿Estos últimos meses se ha demostrado que se puede gobernar en minoría?
-Siempre es mejor gobernar en mayoría, pero con diálogo se puede gobernar. La actual situación nos ha obligado a las fuerzas políticas a dialogar más, a tener más sentido común. Yo tengo que gobernar, pero la oposición también tiene su responsabilidad. Si paraliza algunas cosas, va en contra de los ciudadanos.
-¿Serán sus últimas elecciones?
-Sí, ya llevaré cuatro elecciones. Serán las últimas.
-¿Y cuál es el futuro político de Antich?
-A mí me gustaría seguir en política, pero es algo que tiene que decidir el partido. Si me tengo que ir a trabajar al Patronato Municipal de la Vivienda, me voy. El trabajo me entusiasmaba.
-¿Le gustaría regresar a la política nacional?
-Sí, me gustaría. Fue una buena experiencia.
-¿Es consciente de que las medidas económicas de Zapatero serán un lastre para usted en las elecciones de 2011?
-Está claro. Por eso hay que explicar muy bien las medidas que se han adoptado. Todos los gobiernos socialistas nos veremos afectados y hay que aclarar lo que se ha hecho. Hemos de explicar que lo que se ha hecho es blindar el estado de bienestar. Zapatero tardó demasiado en reconocer la crisis, pero nuestro Govern comenzó a negociar con sindicatos y patronal desde el principio de la legislatura.
-¿Le molesta que incluso haya gente progresista que diga que su Govern no hace nada?
-Los gobiernos de pacto transmiten la idea que se hacen pocas cosas, que es difícil ponerse de acuerdo. La corrupción se ha comido titulares y titulares, páginas enteras, y ha quitado espacio a las políticas que se han hecho. No es cierto que el Govern de Antich no haga nada, pero no hemos corrido tanto como el de Matas. Nuestro Govern ha traído el gasoducto de la Península y ha mejorado la financiación de la Comunitat. Estamos hablando que se han mejorado centros de salud para 500.000 personas, y se terminará Son Espases. Y por primera vez se hace una política de vivienda. Me preocupa más que haya una red social consolidada a que una autopista tenga tres o cuatro carriles. El miedo que yo tengo es que da la impresión de que aquel que no inaugura algo ha fallado..
-Pero a usted le juzgarán por su trabajo de esta legislatura...
-El político no puede estar sometido a la dictadura de una legislatura, de querer terminarlo todo para las elecciones. Yo se lo repito a los consellers. Si no han acabado, no pasa nada. Que visiten las obras con cascos. Tenemos experiencias negativas por querer inaugurar demasiado deprisa. El metro, por ejemplo, y el tren de la primera etapa del Pacte de Progrés. Las cosas hay que hacerlas con sentido común.
-¿Es posible reeditar el Pacte de Progrés en 2011 con UM?
-UM está en una transformación y creo que Melià hace un buen trabajo. Siempre he dicho que los pactos se hacen con programas políticos. Yo lo que querría es que Melià culmine el proceso interno en UM. Si lo hace, no tendría ningún problema para pactar con UM. Es cierto que yo les aparté de la función ejecutiva, pero se han seguido pactando muchas cosas con UM.
-¿Le parece bien que haya imputados en las listas del PSOE?
-Yo siempre he mantenido el mismo discurso. Nosotros pactamos unos mínimos, es decir, si había un imputado y con medidas cautelares tenía que dejar el cargo político. En el caso de Tarrés, el auto decía que se le imputaba como salvaguarda para las declaraciones judiciales. Cada imputación es diferente, pero cuando hay medidas cautelares existe la creencia de que no se han hecho las cosas bien.