Jaume Torres Roig es presidente de la Asociación de Centros de Buceo de Eivissa y Formentera desde hace cinco años. Este ibicenco de Sant Jordi de ses Salines, de 49 años, considera que fue elegido porque es una persona activa, aunque asegura que la gente no se pelea por este cargo.
-¿Cuántos centros de buceo existen actualmente en Eivissa?
-Hace cuatro años había una treintena de centros, ahora estamos en la mitad y eso lo dice todo. Además, en los dos últimos años no ha abierto ninguno.
-¿En qué momento se encuentra el sector?
-Los centros de buceo como empresas que ofrecemos servicio turístico están como todos los sectores turísticos, bastante mal. La estacionalidad cada vez es más corta. Mantener un centro de buceo significa mantener unos costes muy elevados de personal técnico cualificado, instalaciones, embarcaciones; y esto, teniendo en cuenta que la temporada cada vez es más corta y las ayudas son prácticamente nulas, supone que la situación no esté muy bien.
¿De qué manera se podría mejorar esta situación?
-Este sector tiene bastante que aportar a la oferta turística en el sentido de turismo activo, deportivo o familiar porque hay que recordar que el buceo lo puede practicar cualquier niño desde los ocho años. Es una actividad para familias muy interesante. De hecho, los destinos que se consolidan como lugares para disfrutar del buceo van cada vez a más como es el caso del Mar Rojo en el que sólo se practica el buceo. Con lo que se puede apostar en este sentido está infravalorado, no se ha aprovechado lo suficiente y habría que hacer un esfuerzo para hacer saber que Eivissa tiene unas instalaciones que son centros y tiene unos fondos propios para ofrecer un buceo de calidad.
¿Qué echan de menos en la promoción del buceo?
-Serían las viejas reivindicaciones que tiene el sector: más promoción, ir a ferias específicas de buceo, acudir a eventos, que aunque algunos se hacen, siempre con timidez y con presupuestos muy escasos que no llegan a cuajar ni a ser suficiente. La fuerza y el impacto que tiene Eivissa como destino de fiesta no hay que perderlos, hay que aprovecharlo, pero colapsa todos los demás que terminan siendo pequeños.
¿Por qué los residentes pitiusos, en general, son los grandes desconocedores de los fondos marinos que tienen las Islas?
-Porque hay más facilidades para que los residentes de aquí se vayan a esquiar que para que practiquen el buceo, y eso que aquí hay poca nieve. Es un tema en el que estamos intentando realizar un esfuerzo a nivel local para diseñar circuitos de fotografía en apnea, sin falta de botella, sólo para que la gente se asome a los fondos marinos. Este año hemos trabajado en la iniciativa de llevar a la gente a ver el patrimonio que es la posidonia, y los mismos de aquí se han sorprendido de lo que hay bajo el agua. Es algo que nos dice que si se trabaja, la gente lo descubre y lo valora y de lo contrario la gente lo ignora y la ignorancia lleva a que las personas no se interesen por estas actividades. Los que lo prueban repiten y la prueba está en que hay gente que viene desde hace doce años a bucear a los mismos sitios.
¿Cuáles son los riesgos reales a los que se enfrenta un buceador?
-Accidentes pueden ocurrir en todos los ámbitos de la vida. El buceo también tiene sus riesgos, pero la formación y los sistemas de enseñanza que hay hoy en día son tan seguros que si lo haces todo bien no tiene por qué ocurrir ningún accidente. Todo el mundo tiene en la cabeza la película de Tiburón y lo cierto es que la estadística dice que muere más gente de la caída de un coco en la cabeza que del ataque de un tiburón.
¿Visita muy a menudo el Don Pedro?
-Vamos de vez en cuando. Yo siempre he dicho que los ecologistas tienen razón y que es un montón de chatarra, pero de toda la chatarra que tenemos en esta Isla, que no nos falta en ningún rincón, es la única por la que la gente paga por ir a verla y encima sale satisfecha. Además, el que no quiera, no tiene por qué ir a visitarla. Hay sitios en los que hunden barcos para hacer arrecifes artificiales destinados a la fauna o para incentivar el buceo. Tenemos que poner en una balanza lo que nos aporta y el daño que nos hace. Yo pienso que los beneficios que nos aporta ese pecio, una vez ya está hundido, son mayores que los efectos negativos que pueda crear sobre el medio ambiente.
¿Las visitas al pecio han supuesto un reclamo para los centros de buceo?
-Ha sido un reclamo más, no es una avalancha de gente, pero sí que han acudido personas interesada. De todos modos, los que no tienen una formación elevada no pueden ir, la seguridad es lo primero. Es increíble la cantidad de flora y fauna que se ha afincado allí ya. Ya lo hicimos y en breve, este invierno, lo filmaremos de nuevo para que la gente pueda apreciarlo porque no todo el mundo puede bajar a verlo.
¿Para los que no lo han practicado nunca, cómo es bucear?
-Es flotar, pero en medio del agua. Es una sensación muy agradable y ver los paisajes supone otro premio. Yo lo probé hace 16 años y finalmente monté un centro de buceo. Engancha. También funciona para terapias, para gente que tiene problemas de comunicación porque te involucras en el medio o problemas de salud como tetraplejias, dicen que reviven bajo el agua.
¿Cuál es su lugar preferido para bucear?
-Yo haría una lista bastante larga que empezaría por la antigua piscifactoría que tenemos cerca de s'Espardell que fue un desastre económico, pero ahora es muy rentable. Todos los centros nos peleamos para poder ir allí porque tiene mucha fauna. Por eso pensamos que algún día el Don Pedro llegará a ser muy rico en fauna también. En ocasiones te sorprende que donde no esperas nada te encuentras un paisaje precioso o que con dos metros de agua tienes una panorámica estupenda de la posidonia.